Pesic ya ganó la Euroliga con el Barça con rotaciones de nueve jugadores

Ginés Muñoz.Barcelona, 20 feb .- Han pasado quince años y el baloncesto ha cambiado mucho desde entonces. Las exigencias del calendario, cada vez más apretado por el crecimiento de la Euroliga, ha obligado a los equipos a diseñar megaplantillas de catorce o quince jugadores para afrontar con garantías todas las competiciones.
Pero a Svetislav Pesic de momento, no parece importarle. En 2003, ganó con el Barcelona su primer Euroliga con rotaciones de nueve hombres -algunas veces diez- en cada partido. Y así se llevó también aquella temporada la Liga ACB y la Copa del Rey, el primer y único triplete en la historia de la sección.
Con el mismo número de efectivos ha ganado también Pesic la última Copa disputada en Gran Canaria, el primer gran título del Barça desde la última Liga, conquistada en 2014.
Al serbio le fueron a buscar para sustituir a Sito Alonso, mientras esquiaba con su familia en Austria. A sus 68 años, estaba prácticamente retirado del baloncesto profesional, pero pensó que un trabajo de cinco meses en el club donde lo había ganado todo era una propuesta suficientemente atractiva para dar el 'sí'.
En apenas diez días, Pesic cambió la cara a un equipo al que Alonso había sumido en la depresión. Mensajes y conceptos claros, concisos y a veces tan obvios que cuesta entender cómo los jugadores los tenían olvidados.
Advirtió que son las defensas las que ganan títulos y que un jugador que tiene tres coches en el garaje no va a por el rebote ofensivo. También que la intuición y el talento debe imponerse a los sistema jeroglíficos cuando se mira a canasta.
"En ataque, el balón fluye. No hay sistemas muy cerrados, depende del jugador tomar decisiones y eso hace que te sientas más importante que si tienes un rol más encasillado", explica el ala-pívot Víctor Claver sobre el técnico balcánico, al que ya había tenido en el Valencia Basket.
Esa definición de los roles, desde la elección del cinco inicial a las rotaciones, es esencial en el 'estilo Pesic', porque todos saben cual es su papel y lo que el equipo espera de él.
La plantilla que lo ganó todo en 2003 tenía 11 jugadores: Sarunas Jasikevicius, Nacho Rodríguez (bases), Juan Carlos Navarro (escolta), Dejan Bodiroga, Rodrigo de la Fuente, César Bravo (aleros) y Gregor Fucka, Anderson Varejao, Patrick Femerling, Roberto Dueñas y Alfons Alzamora (pívots).
Sin embargo, al serbio tenía bastante con nueve para ganar los partidos. Alzamora, Bravo y el júnior que completaba las convocatorias -Remon Van de Hare, Víctor Sada o Nacho Martín- acostumbraban a quedarse sin jugar.
En la Copa de Gran Canaria, Phil Pressey, Alexander Vezenkov y Petteri Koponen no llegaron ni a despojarse del chándal ante el Baskonia (94-90).
Contra el Herbalife Gran Canaria (74-87), Pesic volvió a dejar fuera de las rotaciones a Pressey y Vezenkov, a Koponen le dio 9:07 minutos y Juan Carlos Navarro jugó 9:47.
En la final frente al Real Madrid, Pressey y Vezekov volvieron al banquillo después del calentamiento y Koponen (6:24) y Navarro (5:41) aun jugaron menos.
En la práctica, Svetislav Pesic se jugó el título con ocho efectivos: los bases Thomas Heurtel y Pau Ribas, los aleros Adam Hanga y Rakim Sanders, los ala-pívot Adrien Moerman y Víctor Claver y los pívots Pierre Oriola y Ante Tomic.
También con nueve ganó se la jugó en la Final Four de 2003: Jasikevicius, Nacho Rodríguez, Navarro, Bodiroga De la Fuente, Fucka, Femerling, Dueñas y Varajao.
Alzamora, Bravo y Van de Hare ni pisaron el parqué del Sant Jordi ni ante el CSKA Moscú (76-71), en semifinales, ni contra el Benetton Treviso en la final (76-65).
En Gran Canaria, Edwin Jackson y Radion Kurucs ni se vistieron de corto y Kévin Séraphin y Marc García estaban lesionados. Y es que la plantilla actual no tiene la calidad de la de hace quince años, pero cuenta con cinco efectivos más.
Para otro entrenador, esto quizá sería una bendición, pero para Pesic no. Porque por mucho que haya cambiado el baloncesto en los tres últimos lustros, la 'fórmula Pesic' sigue plenamente en vigor. Solo hay que fijarse en el 'milagro' de la última Copa.