Una marmota con la cara de Spanoulis

A veces parece que cuando te enfrentas a Olympiacos estás viendo un partido de esos de los 90. Es curioso que no parezca tan fiero porque es casi inabordable en realidad. Va al trantrán, a remolque casi siempre. Hasta que Spanoluis activa la fase destrucción y se acabó lo que se daba. El Unicaja lleva un lustro viviendo su particular Día de la Marmota en El Pireo. 77-72, enésima derrota en el Top-16 de una Euroliga que está siendo un suplicio.

En el primer cuarto el Unicaja empezó con un triple de Vasileiadis y nunca dejó de ir por delante en el marcador en ese parcial. Difícil distinguir si la defensa del equipo malagueño estaba siendo muy buena o el Olympiacos no andaba fino. Pero lo tangible es que el Unicaja buscaba balones interiores constantemente y era capaz de despegarse tímidamente del cuadro heleno (11-17).
Todos los puntos del Unicaja llegaban cerquita del aro, hasta una penetración de Granger. Green y Thomas aprovecharon bien sus minutos. Precisamente en la pintura Golubovic colocó la máxima hasta ese momento (12-19). Olympiacos pisó un poco más y se puso a tres (17-20) tras un 2+1 de Sloukas, pero apareció Kuzminskas con un triple para obligar a los griegos a pedir tiempo muerto.
En ese momento ya estaba jugando de base Stefansson porque Markovic se cargó de faltas y Plaza le reservó. Es el comodín por fuera. Lo mismo hace de ‘uno’ de guardia que juega minutos de alero por la baja de Suárez…
No duró mucho el experimento. Plaza tiró de nuevo de Granger. El Unicaja estaba siendo muy serio, errático en ataque, como su rival, pero dando la cara. 29-33 al final de la primera parte. Poco renta para cómo estaban jugando los dos equipos.
Y eso se paga. Llegó la pájara del tercer cuarto. El Olympiacos subió la intensidad y el Unicaja no supo readaptarse al nuevo escenario. Curioso que el cuadro heleno también multiplicó los golpes de talento a medida que era más competitivo. Spanoulis sacó el manual y Lojeski la metralleta (47-40) y alarmas encencidas.
Pero Plaza tiró de Germán Gabriel, que es todo lo contrario de los jugadores interiores que sumaban ambos equipos. El pívot sujetó al Unicaja. Un 2+1 nada más entrar, navegando hasta el final del tercer periodo con 5 puntos, 3 rebotes y una asistencia. 55-52 cuando se había llegado a ver muy negro.
En el último cuarto se entró forzando en exceso, con dos canastas de Markovic, que a pesar de esos puntos dirigió mal. El Unicaja perdía balones absurdos y cuando no, tampoco sabía cómo encontrar el camino a canasta. Pero seguía con vida (61-60), hasta que el mito Spanoulis se hartó.
El griego es otra cosa. Irrepetible, es uno de los mejores jugadores europeos de la historia. Cada partido que se tiene la fortuna de verle es un tesoro. La pena es que vista la camiseta del rival y sea tu ejecutor.
Aun con todo, Granger, Stefansson y compañía plantaron cara, pero parecía que era chocar con una pared. Derrota, que viene bien para que de una vez la gente deje de intentar de resolver el sudoku que es ver al Unicaja en la próxima fase.