Mirandés, el sueño de los invencibles

"Solo nos recordarán si ganamos, si no lo hacemos, esto quedará como una anécdota". Y precisamente eso es lo que quiere Miranda de Ebro, una pequeña ciudad de Burgos que necesita ser recordado de nuevo, que anhela las históricas tardes de gloria, los triunfos que llevaron por bandera sus gladiadores. Toda una región que pretende volver a cumplir su sueño, el de codearse en la élite profesional.

Así se resume la historia de Anduva, la del feudo de unos jabatos que no cesan en su pugna por volver a su inusual, a la par que idílico, hábitat. Ese no es otro que el Mirandés de Pablo Alfaro, un equipo renovado que está empeñado a retornar a la división de plata y para ello libra cada domingo una batalla inverosímil. Instaurado en la primera plaza, el conjunto rojillo no conoce la derrota en lo que va de curso.
Tras diez apasionantes citas, la entidad burgalesa acumula un montante total de siete victorias y tres empates. Todo ello sumado por la descomunal campaña de Cervero, consolidado como el máximo ariete del grupo. Un bagaje más que suficiente que invita a soñar. A cumplir los objetivos de una hinchada arrebatadora, incesante, calurosa, gladiadora. Unos resultados condicionados por el apoyo de una afición que ha destrozado los registros del grupo, al repletar los desiertos estadios de su perímetro.
Una simbiosis entre grada y vestuario que se ha empeñado en jubilar a los 'abuelos' de la categoría, arrodillando a históricos como Burgos, Real Unión de Irún, Logroñés o Racing de Santander. Garra, pasión y coraje. Tres mimbres equilibrados que caracterizan a la perfección el juego de los de Pablo Alfaro. Un estilo refinado y correcto, atrevido y compacto, eléctrico y efectivo.
Por ello en Miranda de Ebro sueñan con un nuevo ascenso, el segundo de su curtida historia. Un pueblo que mantiene las ilusiones puestas en volver a ser aquel 'matagigantes' que saltó al estrellato nacional y recordar sus tiempos de gloria.
El buen hacer de una entidad que se acostumbró a vivir con ojeras, a las noches sin dormir, a las hazañas propias de la mejor película. La trayectoria de un equipo que emocionó a todo un país, el último que demostró la belleza que atesora este deporte, el que mantuvo en vilo a un estado que apoyaba al más 'débil', que soñó con un nuevo triunfo de David sobre Goliat.