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Aniversario del Real Zaragoza: 90 años de pasión blanquilla
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Aniversario del Real Zaragoza: 90 años de pasión blanquilla

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D.M.

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El corazón tiene razones que la razón no entiende. Esta frase, que acuñó el matemático francés Blaise Pascal es la definición perfecta de los aficionados del Real Zaragoza. Una mezcla única entre locura y amor que hace de la pasión blanquilla un sentimiento único.

Un amor que alcanza ya los 90 años y que no deja de crecer, aunque también parezca una locura ver cómo cada quince días las gradas se abarroten de jóvenes aficionados que, o bien no han visto nunca a su equipo en la máxima categoría o, por edad, no son capaces de recordarlo.

Y es que la del Real Zaragoza es una convivencia con el infortunio que viene de lejos. Casi tanto como su propia vida. Hay que remontarse al 18 de marzo de 1932 para encontrar su origen, la fusión de los avispas del Iberia y los tomates del Zaragoza. Dos clubes que surgen como resultado de la evolución del fútbol en la ciudad durante algo más de un cuarto de siglo.

El complicado inicio del Real Zaragoza

Los 'Alifantes,', equipo que logró el primer ascenso del Real Zaragoza a LaLiga (Foto: RZ).
Los 'Alifantes,', equipo que logró el primer ascenso del Real Zaragoza a LaLiga (Foto: RZ).

No tardarían los zaragocistas en darse cuenta de que su historia, de una u otra manera, iba a estar irremediablemente ligada al sufrimiento. En apenas cuatro años, la generación de los Alifantes, sería capaz de poner al equipo en Primera. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil retrasaría la llegada a la élite, que no se daría hasta 1939.

Como el país, también el Real Zaragoza vivió una época sombría durante los años 40 y 50. Un tiempo de reconstrucción en el que no acabó de encontrar un conjunto que pudiera sacarle brillo al escudo del león. No sería hasta la primera explosión del color, en los años 60, cuando los éxitos, al fin, tuvieran parada en la capital del Ebro.

Los Magníficos años 60

Once titular del Real Zaragoza de los magníficos
Once titular del Real Zaragoza de los magníficos

Un quinteto Magnífico, entonado por los más viejos zaragocistas sin fallo –Marcelino, Lapetra, Villa, Canario y Santos– fue el encargado de inaugurar las vitrinas del Real Zaragoza. Lo hizo en un año brillante, 1964, sin parangón hasta la fecha, con dos títulos, una Copa (entonces del Generalísimo) y una Copa de Ferias (algo equiparable a la actual UEFA Europa League). Por si fuera poco, ese año también se ganó la Eurocopa, a la URSS, con Lapetra, Villa y Marcelino, autor además del gol de la victoria. Un éxito que no se detuvo ahí y que tuvo una segunda ronda en 1966, cuando se ganaría la segunda Copa.

Eran años felices, de los que pasan casi sin darse uno cuenta. Pero la edad pesaba y a esa generación le llegó la hora de la retirada. El Real Zaragoza lo notó, tanto como para pasar por Segunda una temporada. De regreso a Primera, los mandos recayeron sobre un hombre solemne, Luis Cid Carriega, un gallego cuarentón que puso a los blanquillos a pelear la liga con Barça, Atleti o Madrid y a cuyas órdenes se acuñó la tercera gran generación zaragocista, la de los Zaraguayos de principios de los 70, que lograron enamorar pese a no ganar nada y que dejaron en el recuerdo nombres como los de Diarte o Arrúa.

Otro bache, con su correspondiente paso por Segunda para entrar en la movida de los 80. Una década que costó arrancar hasta que un mito de los banquillos, el neerlandés Leo Beenhakker logró el despertar de un equipo con nombres como los de Señor, Barbas, Amarilla o Valdano. Por dos ocasiones rozaron Europa, pero tuvo que ser otro mito, este local, como Luis Costa, el que devolviera la grandeza al Real Zaragoza.

Fue en 1986, en lo que sería el germen de un equipo de ensueño, que encerraba nombres sonados como los de Cedrún o Pardeza, con otros ligados a la historia como el de Rubén Sosa. Aquella temporada el equipo acabó cuarto y levantó, frente al FC Barcelona, su tercera Copa.

De la promoción contra el Murcia a ganar Copa y Recopa

Nayim celebra el triunfo en la Recopa de 1995 (Foto: Teledeporte).
Nayim celebra el triunfo en la Recopa de 1995 (Foto: Teledeporte).

Tras ser quintos con Antic, exjugador que vivió su primera experiencia en el banquillo en la Romareda, tocó sufrir lo indecible en la temporada que entró de lleno en los años 90. Llegó entonces un casi imberbe Víctor Ferández –apenas 30 años– a sustituir al uruguayo Ildo Maneiro. Se logró la salvación en una agónica promoción frente al Murcia, germen de todo lo bueno que viviría años más tarde el estadio de La Romareda.

En apenas un año se dio el primer salto, de jugar por no bajar a clasificarse para Europa. Se peleó y cayó con honra ante el Dortmund en octavos y se jugó la final del Copa de 1993. Un partido que todavía se recuerda como robo a mano armada perpetrado por Urío Velázquez, en el que se cayó en el Luis Casanova por 2-0 frente al Real Madrid.

Entonces llegó el 94. Con la lección aprendida, el Real Zaragoza, que acabó tercero en liga, se vio las caras en una nueva final, esta vez contra el Celta de Vigo. Un partido tosco y sin goles del que quedan en el recuerdo la cara de Alejo y el salto al vacío de Higuera tras anotar el último penalti. Pero lo mejor estaba por llegar. Pues apenas un año más tarde, Nayim escribía su nombre en la historia de una noche de París. Con un gol inverosímil, en un partido cuya prórroga agonizaba para darle a los blanquillos su segundo título europeo, la Recopa.

La Champions se escapa y en Montjuic, venganza

Galletti celebra el gol de la victoria del Real Zaragoza ante el Real Madrid
Galletti celebra el gol de la victoria del Real Zaragoza ante el Real Madrid

Aquel triunfo supuso un shock importante, como el del famoso “Rafa no me jodas” que todavía resuena en las paredes de La Romareda. Hubo que reponerse, y no sería hasta cambio de milenio cuando los aragoneses volvieron a disfrutar de su equipo. Ahí volvió a aparecer la mala suerte. Tras ser cuartos, la final de la UEFA Champions League se disputaba entre equipos españoles, Valencia y Real Madrid, que habían sido terceros y sextos en liga respectivamente. El triunfo de los blancos evitó el paso del Real Zaragoza por Champions, una pequeña venganza por el gozo incomparable de haber asaltado esa misma temporada el Bernabéu con un 1-5 para el recuerdo.

La temporada siguiente volvió a emerger la figura de Luis Costa. Lo hizo para salvar la categoría primero y para ganar una Copa en la que pocos confiaban después. Se logró frente al Celta de Vigo de un Víctor Fernández que, a estas fechas, todavía no parece entender. Pero la temporada siguiente ya nada se pudo hacer y otra vez hubo que sufrir el paso por Segunda división.

La justicia con Paco Flores fue lograr el ascenso a la primera, en un equipo que no brilló pero que siempre fue efectivo. Tras él llegó Víctor Muñoz y otra Copa, la de David contra Goliat. Un recién ascendido fue capaz de superar a una pléyade de estrellas con un zarpazo de Galletti para despertar un alarido que todavía se deja sentir por las calles de Zaragoza. Ese mismo 2004 se ganó también la Supercopa, convertida en el triunfo de Javi Moreno, que hizo honor a su fama de gladiador.

Los años oscuros, atrapados en Segunda

Zapater, desolado tras la derrota ante el CD Numancia (Foto: Daniel Marzo).
Zapater, desolado tras la derrota ante el CD Numancia (Foto: Daniel Marzo).

Después de aquello, el cambio de propiedad visió al Real Zaragoza de un delirio de grandeza que no podía acabar de otra manera que como acabó. La promesa de un equipo de Champions dio con sus huesos en Segunda y, pese a un meteórico ascenso, tras coquetear año tras año con el infierno, lo peor acabó sucediendo, y el club se mantuvo en vilo, con la afición en la calle, hasta que apareció la Fundación 2032.

A la quiebra en lo económico se le sumó la ruptura con una grada que había perdido la fe en su equipo. Lejos de volver a la élite, una vez más, a la primera, la trayectoria del Real Zaragoza en las últimas temporadas han sido dientes de sierra. De soñar con el ascenso a temer con el descenso en un bucle que, de momento, no conoce final. La Romareda ha encumbrado como ídolos a no pocas medianías, que en otro tiempo ni siquiera hubieran vestido la camiseta blanquilla. También han pasado futbolistas notables, de Vallejo a Borja Iglesias o de Ángel a Luis Suárez y alguna que otra vieja gloria.

Ahora, entre cauta e ilusionada, la afición del Real Zaragoza ve cumplir a su equipo 90 años como en una peli de Berlanga. A expensas de una venta que no acaba de llegar, la ilusión no se apaga y se vuelve a creer. Porque el ascenso que robó el covid, algún día tendrá que volver y porque ser zaragocista no es otra cosa que eso, aprender a creer.

Un paseo por la historia del Real Zaragoza en su 90 aniversario

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