Joaquín, obra de arte tras cada cicatriz

F. Godoy III¡Pero esto qué es! El Málaga camina por la Champions intocable, como si nada le afectara y sin importar el rival o el peso de las camisetas. Nueve de nueve puntos, siete goles a favor y ninguno en su contra. Cayó el Milán, que lleva a gala sus siete Copas de Europa por el mundo pero que nada pudo hacer ante este infinito Málaga.
Joaquín volvió a reponerse de una cornada en forma de penalti. Nuevo gol de arte. Así son los creadores, los genios. Lo vio el jeque, que entró discreto en el minuto dos a su trono de La Rosaleda. Al fin vivió una fiesta que comenzó en agosto en el peor panorama posible. Los octavos están ahí, se palpan. Este Málaga es de leyenda, como su sufrida afición, que se despidió cantando a viva voz el himno. El año que viene es hoy, sí, y hoy es historia. Poco más se puede pedir y nada se puede exigir ya a la tropa de Pellegrini.

No acompañaron las musas al Málaga en la primera mitad. Se escapó con vida el Milán, que planteó un partido serio. Allegri, consciente de las limitaciones de su equipo, hizo un planteamiento inteligente. Plantó una línea de tres centrales y utilizó a De Sciglio y Constant como carrileros. Un 3-4-3 que se convertía a su antojo en un 5-4-1 según el momento. Eso permitió que no se sintiesen tan desnudos Montolivo y Ambrosini ante los móviles jugones de Pellegrini.
No asustó mucho el Milán, pero consiguió tener al Málaga maniatado durante media hora. Además, con un par de avisos de Pazzini. Uno de falta directa y otro en una contra que nació en fuera de juego.
Pero el Málaga consiguió soltarse. Avisó Isco, que comenzó a mandar en el partido. Joaquín condujo dos buenas jugadas que terminó su socio de Benalmádena. Ambos intentos de fuera del área, uno se marchó por poco y el otro lo abortó Amelia. Luego el propio Isco se la puso a Saviola, que no entró con suficiente fe. Después llegó un córner extraño en el que el Mián acumuló a sus once hombres en el área. Pese a ello, Demichelis se la encontró pero sin recursos para convertir la ocasión en peligro.
Desesperazado ya, el Málaga continuó su guerra de guerrillas por la banda derecha. Tras los avisos de Joaquín, se unió Gámez, muy activo en ataque. El lateral se animó a pisar área y forzó un penalti. Joaquín, con valor para repetir después del fallo de Valladolid, cogió el cuero. El crack portuense la estrelló en el larguero. La historia repetida.
Entre jaleos y gritos de ánimo a Joaquín, el partido llegó al descanso con todas las opciones abiertas.
Se volvió al partido con una fuerte lluvia. En remojo, el Milán buscó fortuna con dos tibios disparos de Emanuelson y un disparo de Montolivo y una reclamación de penalti a Saviola de por medio. Pero lo mejor estaba por llegar. Joaquín volvió a cicatrizar su herida del fallo de los once metros con un gol de bandera. Iturra metió un pase picado espectacular por encima de la defensa milanista. Joaquín la controló y, ante el interminable Amelia, buscó el hueco imposible, el palo corto que decía D'Alessandro. Y entró suave, con el suspense de besar el poste. Delirio.
Allegri, al que el plan conservador ya no le valía, dio entrada a Pato primero y a Bojan (recibido con sonora pitada) después. Pudo ampliar su ventaja el Málaga con un misil de la marca Eliseu que rozó la escuadra.
Pero quedaban emociones fuertes todavía en La Rosaleda. Willy hizo lo de siempre, salvar una ocasión clarísima de El Shaarawy. En ese mismo córner Mexes pegó un disparo a bocajarro que encogió el corazón de Martiricos. Se ató los machos el equipo blanquiazul para conservar con muchos arrestos lo que había ganado.
Es difícilmente explicable lo que está viviendo Málaga. Hay que estar aquí, sentirlo, sufrirlo, para saberlo. Ni el guión más optimista podía haber dibujado algo así. Y lo que está por llegar...