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A Rashford no le gustan los milagros

Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

Cumplir un sueño es complicado, pero factible. Hacer un milagro es (casi) imposible. El Real Betis intentó hacerlo realidad después del varapalo de la ida, aunque se quedó en el digno propósito ante el Manchester United (0-1) y salió apeado de la UEFA Europa League en los octavos de final. El sueño se había convertido en milagro siete días atrás en Manchester. Y se ve que a Rashford y compañía no le gustan los milagros. El Villamarín empujó como tocaba, aunque la realidad del fútbol se encargó de poner toda esa ilusión sobre la tierra.

Como se ha descrito en ElDesmarque, el Betis lo porfió con todas sus fuerzas y preñado de su esencia. Dignísimo, pero poco dañino. Las gestas deportivas se logran, si acaso, con una espada certera y los de Pellegrini no la blandieron en el partido de vuelta, pagando así los errores notorios de la ida. Allí se boicoteó el Betis a sí mismo, dando demasiadas facilidades que te condenan en el máximo nivel. Este jueves no dio ni mucho menos tantas, aunque el lastre pesaba mucho.

Joaquín Sánchez, ante el Manchester (Foto: Kiko Hurtado).

El verdadero milagro de Pellegrini

Los más de cincuenta mil béticos que se encomendaron a San Pellegrini para lograr lo imposible al menos vieron a un equipo que les sigue representando, por mucho que en la ida se inmolara con sus propios puñales. El cuadro bético se fue a por el triunfo sin remilgos, arriesgando más aún que en tierras inglesas, aunque las costuras se ven más cuando el traje te lo tienes que poner ante un rival de este fuste. Por eso, no hay que olvidar que el verdadero milagro del técnico chileno sí se ha logrado y no se esperaba este jueves europeo. Se va tejiendo cada día. Su milagro es este Betis ambicioso, competitivo, vistoso y honesto. Con todas esas virtudes y sus defectos, derivados de un plantel que, por desgracia, no está de momento a su altura.

En las grandes citas queda patente, especialmente si faltan además pilares como Fekir, Luiz Felipe y Canales. Las opciones se habrían multiplicado de haber tenido más acierto en los primeros cuarenta y cinco minutos, donde habitualmente se sustentan remontadas como la que necesitaba el Betis. El acierto que lo mantuvo en la pelea durante los primeros 51 minutos de Manchester no apareció.

El peor momento para el Manchester

En un magnífico arranque, ni Ayoze ni Juanmi ni Joaquín (en un tiro lejano) la metieron y ahí pasó lo peor para el Manchester. El empuje bético hizo aflorar las debilidades de los de Ten Hag, que siguen siendo apreciables. Los desmarques de Juanmi capitalizaron el peligro, distrayendo a Casemiro, atribulando a McGuire y enervando a Lisandro Martínez, mientras De Gea iba logrando templar sus nervios.

Juanmi falla ante McGuire una de las mejores ocasiones del Betis ante el Manchester (Foto: Kiko Hurtado).

Fue un Betis a empujones. Tras el empellón inicial, Bruno Fernandes y Pellistri, principalmente, le dieron un respiro al Manchester United. Sin hacer apenas daño, pudo sentenciar en el descuento en un tiro al palo de Pellistri que tampoco remachó Werghost. No lo hizo y dejó que el beticismo al menos pudiera seguir soñando en la segunda parte.

El valor de la pegada

Hasta el descanso, el Manchester se había preocupado más de dormir el partido que de ir a por él. Tras el paso por vestuarios, el Betis se fue ya descaradamente a quemar sus naves y el riesgo se disparó exponencialmente. El choque se convirtió en un intercambio de golpes. Ahí la pegada manda y el conjunto británico tiene los puños rápidos y duros. Mientras Juanmi y Ayoze volvieron a quedarse en el Uy, Rashford hizo Uy y un minuto después dijo gol. La primera la salvó providencialmente Rui Silva, la segunda no la salvaba ni Esnaola. Fin del posible milagro.

Como suele hacer vaya el resultado por donde vaya, Pellegrini sacó al césped todos los trajes que le quedaban en el armario. Sin embargo, fue un quiero y no puedo ante un Manchester United ya serenado y sabiendo manejar lo que quedaba de partido. El sueño se desvaneció en las gradas, el milagro quedó en el limbo. Aun así, la ilusión continuará sentándose en los asientos del Villamarín, porque el auténtico milagro de Pellegrini prevalece y sigue vivo.

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