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Las mentiras de la filosofía
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Las mentiras de la filosofía

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Juan Carlos Aragón

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Estimados lectores. Sé que hoy no seréis muchos los que haréis RT y corazón a mi artículo, ya que la inclusión en el título de la palabra “filosofía” lo hace poco o nada atractivo para la mayoría, incluso cuando actúa como complemento preposicional del sustantivo “mentira”, denuncia que —normalmente— suscita interés.

Quizá os extrañe que un profesor de filosofía proponga que la enseñanza de esta materia sea retirada de los planes de estudio de bachillerato. Pero el motivo es sencillo: es una de las mayores mentiras —y peor contadas— de la civilización occidental. Al estudiar en un colegio donde la verdad era única e incuestionable, irracional y dogmática, al alumno que durante la adolescencia despierta la conciencia crítica solo le queda la posibilidad de buscar la verdad lejos de allí (en el fondo, todos los colegios son así). Me aconsejaron críticos mayores que yo que estudiara filosofía, pues en ella hallaría argumentos racionales para fundar otras verdades. La enseñanza religiosa es mentira desde el momento en que su concepto de verdad y razón se encuentra subordinada al de fe en un dios de cuya existencia nadie puede probar nada, ni por deducción ni por experiencia. Marcho, pues, a la facultad de filosofía con el deseo de encontrar todas aquellas realidades y ángulos de la existencia que los padres salesianos me habían negado y ocultado durante doce años. El resultado no puede ser más frustrante. Estudiando la filosofía oficial que venden en Occidente como producto de la perversa alianza Iglesia-Estado, desde el siglo IV hasta la actualidad, voy desvelando que la educación religiosa tiene su origen precisamente en esa filosofía, la cual no debería llamarse filosofía, sino teología y, como tal, esoterismo.
En la historia de la filosofía hay dos corrientes enfrentadas y —como en el resto de las historias— en nuestros libros de texto solo han escrito la de los vencedores. Cuando el inocente estudiante —ignorante de partida en la materia— se planta ante los textos de los Platón, Descartes, Aquino o Kant se desploma. Estudia de memoria porque no comprende. Le asalta la duda acerca de si la filosofía es para gente mucho más inteligente o si es un rollo macabeo. Tanto si es lo uno como si es lo otro, suele acabar el bachillerato tomando a la filosofía como una pesadilla inútil, estéril, residual y hermética, y en las estanterías de su casa no vuelve a plantar un libro de filosofía más. Lógico. Y hace bien, entre otras cosas porque lo que le han vendido por filosofía es mentira. Por eso es preferible su supresión. Si la gente no estudia la estafa de filosofía que venden en los libros de textos, es posible que algún día alguien le desvele la auténtica filosofía, la lea, la estudie, la siga y le sirva para vivir mucho mejor de lo que vive. Si estudia la estafa huirá de ella como de la peste.
La auténtica filosofía hedonista, racionalista, materialista, atea, pragmática y corporal —la de los vencidos— constituye la mayor afirmación posible de la vida, en contra del sufrimiento, la resignación, la inmortalidad del alma, el idealismo delirante, la religión, el dogmatismo, la falsa democracia y el desprecio por el cuerpo que los sacerdotes católicos y los apóstoles laicos de nuestras instituciones imponen como filosofía. La sola presencia de Platón y compañía en la programación de segundo de bachillerato y sus infames textos en las pruebas de selectividad constituyen uno de los mayores insultos contra la inteligencia y el sentido común que padecen nuestros jóvenes estudiantes, cuya inocencia académica es vilmente aprovechada desde la instituciones para generar acólitos de este nuevo poscristianismo laico llamado sistema capitalista.
Y otra gran mentira institucional en cuya trampa está cayendo la mayoría: los bachilleratos científico-tecnológicos tienen más salida que los socio-humanísticos. Los primeros son útiles para el sistema. Los segundos, muy peligrosos. Las matemáticas no dicen nada acerca del mundo, las humanidades sí. Del mundo actual es conveniente que sus habitantes no sepan nada —o lo sepan mal—: de ahí la falsa primacía de las matemáticas y la física sobre la historia, la literatura, la filosofía o el arte. El sistema público de enseñanza —amén del concertado— es una prolongación más de los telediarios, una manipulación-confusión que vela las atrocidades de la historia pasada y presente e impide que el joven descubra ese infinito abanico de inmensas posibilidades ante sí que supone la vida.
No obstante, si quieres saber la verdad, querido lector, te doy un consejo basado en mi propia experiencia. Estudia lo oficial. Aunque el sentido común te advierta de lo contrario, esfuérzate en concebir como verdad los cuentos para niños que enseñan los libros de texto, en especial, los de filosofía. Si las mejores escuelas de ateísmo son los colegios de curas y los seminarios, la mejor escuela de la auténtica filosofía es el estudio previo de su propia mentira, a riesgo de que dichas escuelas inviten al abandono antes que al descubrimiento de la verdad, porque ambas tienen en común la tremenda habilidad para quitarnos las ganas. Eso explica por qué aún hay gente que trabaja explotada por una mierda de sueldo y encima se siente afortunada.
EL RUBIO (el último presocrático)

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  1. Magdalena

    Las palabras le permiten a uno ser heroíco, sin correr peligro; radical, sin privarse de todas las comodidades de la influencia del dinero; patriota,, sin haber hecho nada en beneficio de la comunidad; generoso, y al mismo tiempo ladrón .

  2. Invitado

    Eso que usted dice es precisamente lo mismo que dice la filosofía, que es también lo que con sus palabras confirma. Es que para saber donde se encuentra la verdad primero es necesario hallarla, y la única alternativa que existe es esa práctica, porque es exactamente eso, que se deriva de la reflexión filosófica; entonces para ello es necesario aprender a dominar sus reglas - y no hay otro método, eso es bien sabido, que asimilar de manera crítica lo que otros prepararon. Que hay intenciones de todo tipo es bien sabido, pero todas las inconsistencias que surgen de las contradicciones ya nos lo advierten; la misma filosofía lo hace ya que no es una cosa sino un proceso; eso debe quedar muy en claro.

  3. Hércules Galeano

    Para mi, la filosofía se hace y luego se confronta. Hoy se estudia lo dicho por otros, como un matemático,estudia un resultado sin hacer el proceso.

  4. Rocío Henríquez

    Es el primer acercamiento que tengo con este medio, y francamente, me parece a lo menos pobre. ¿En serio una serie de argumentos que son en el fondo, quejas encubiertas, se creen capaces de sostener semejante cuestión? "Tomé malas decisiones... no me gustó lo que me enseñaron... todo me decepciona..." y muchas otras obviedades para cualquiera, sobre las que se lamenta para finalmente decidir aplicar su experiencia de modo universal y proponer una supuesta "solución" que, en verdad, no aporta en nada a ninguno de los problemas que planteó. Quizás el afán de los "intelectuales" de su medio sea simplemente polemizar, y bien (aunque no quita que sea bastante malo para haber sido escrito por un profesor de filosofía). De hecho, podría haber dado argumentos mil veces mejores, un bloguero promedio podría haberlo hecho. Un poquito más de responsabilidad, claro es que todas las opiniones pueden expresarse, pero hay que hacerse responsable de ellas. Y acá el tema es la educación, que por supuesto es un campo de batalla, pero para debatir y polemizar de modo provechoso hay que subir el nivel de análisis. Un saludo cordial.

  5. Cristina

    Cierto es que primero de bachillerato por suerte o por desgracia nos cambia nuestra vida... TAMBIÉN tengo que agradecer a Reyes Rodríguez mi profesora durante 1° y 2° su dedicación y su manera tan diferente de explicarnos la filosofía. Se acogía al temario puesto no podía ser de otra manera ya que si queríamos superar la barrera de selectividad era inevitable, pero iba mas allá se atrevía a despertar en nosotros sentimientos desconocidos e inatos que nos hacían simplemente ver nuestra vida desde otra perspectiva (aún recuerdo el dibujo de una escalera con su rampa al final) que significaba nuestro recorrido en la vida... o nuestros viajes al pasado en la época neandertal... Desde ahí comprendí que las cosas tenían otro sentido... Juan Carlos gracias por el artículo.

  6. Invitado

    Hubiera hecho un copy paste de algún artículo de Nietzsche, y luego como conclusión pone ahí la crítica a la enseñanza de la filosofía en la secundaria.

  7. Ricardo

    Excelente y cierto.

  8. Jose M Calvo Andres

    El libro “Soy Sophya” ed. Caligrama es un viaje apasionante por la vida de adolescentes y jóvenes, a través de la educación, de una educación diferente a “la de siempre”, que les sirva para hacer sus propias vidas. El conocimiento es un proceso activo, que cada persona produce para un fin propio y no algo pasivo que se recibe de alguien sabio para poner en un papel el día del examen. Aprender a pensar, a sentir, a emocionarse, a relacionarse, a ser, etc. Un libro que da vida y no considera el cerebro como un cementerio de “materias” muertas, que desobedece para innovar y ofrece a los profesores nuevas rutas.

  9. José María Calvo Andrés

    El libro “Soy Sophya” ed. Caligrama es un viaje apasionante por la vida de adolescentes y jóvenes, a través de la educación, de una educación diferente a “la de siempre”, que les sirva para hacer sus propias vidas. El conocimiento es un proceso activo, que cada persona produce para un fin propio y no algo pasivo que se recibe de alguien sabio para poner en un papel el día del examen. Aprender a pensar, a sentir, a emocionarse, a relacionarse, a ser, etc. Un libro que da vida y no considera el cerebro como un cementerio de “materias” muertas, que desobedece para innovar y ofrece a los profesores nuevas rutas. En honor al día del libro.

  10. Pedro

    Pues yo le debo al que fuera companyero tuyo en el Wenceslao en San Fernando, Luis Amando, allá por el anyo (perdónemen las enyes, pero resido en alemania) 97 el que con su clase de filosofía de 3°BUP me hiciera cuestionar los cimientos de la que era entonces mi fe, tan solo a base de repetir preguntas que fueron calando en mí para las que yo no encontraba más respuesta que "porque así lo dice la fe" y que no me convencían en absoluto. Fue gracias a ese trabajo en la clase de filosofía que terminé dándome cuenta de que en verdad, no me tragaba ya más el cuento y renuncié a la fe para defender desde entonces mi posición atea. Y de eso hacen ya 20 anyazos. Y era un trabajo tan simple como plantear cuestiones trascendentales y ponernos a debatir entre nosotros mismos. Me encantaría que mi historia le hubíera llegado alguna vez al mismo, como agredicimiento por haberme formado en eso tan sencillo como el escepticismo, en questionárselo todo y en no aceptar las "verdades reveladas" como ciertas tan solo porque así lo dicen otros. Y todo eso ocurrió en la clase de Filosofía de 3°.

  11. Invitado

    Ya echaba de menos tus artículos dedicados a la juventud, como joven que soy tus palabras y experiencia me sirven de alguna manera. Por cierto, maestro, nos debe un pasodoble, espero que para el año que viene nos tenga en cuenta como siempre ha hecho.

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