La verdadera receta de la felicidad
Quiero jugar más. No estoy contento. El míster no me da oportunidades. Y sólo les falta decir que su papá no les deja jugar a la videoconsola cuando llegan a casa. Los jugadores, no sólo los del FC Barcelona, se han convertido en una especie caprichosa, egoísta y ciega por nacimiento. Esta vez fue Arturo Vidal. Mañana podría ser otro. Y la receta la tienen tan fácil...
Si dijésemos que las quejas son de un chico pequeño, lo entenderíamos. Si la queja llegase del papá de familia, que después de largas jornadas de trabajo, tiene mala su espalda y su sueldo no le llega, lo apoyaríamos. Pero las quejas, normalmente llegan de hombres con suma facilidad para arreglarlo.
Porque la receta simplemente se llama gol. Ese que hace con suma facilidad Leo Messi, que sale ahí al Camp Nou como si del césped de su casa con Mateo se tratase. El gol lo soluciona todo, lo olvida todo y lo maquilla todo. O al menos, que tampoco es fácil, juegue a la altura del escudo.
Arturo Vidal comentó horas antes del encuentro que no estaba nada contento con su situación en el FC Barcelona, que echaba de menos a Conte -el entrenador que ahora le quiere para su Inter- y que quería jugar más. Y ante el Real Valladolid jugó bien y marcó. Valverde sonríe (y suspira al saber que no tendrá que aguantar debates sobre el chileno) y Arturo Vidal, como si no pasase nada, bromea con sus compañeros.
El futbolista víctima no tiene hueco en Barcelona. Al menos para el que escribe, para el que lee y para el que paga su abono, que sí tendrá alguna queja en su cartera o en sus noches de penuria ante las derrotas. A veces tus compañeros estarán mejor, otras peor... y ahí deberás aprovecharlo tan bien como lo ha hecho esta noche Vidal.
Si usted tiene alguna queja -y podría valer como advertencia para Griezmann-, anote, juegue, brille. Verá usted como vuelve a sonreír, verá como tendrá minutos, verá como las quejas se olvidan. Messi no se suele quejar demasiado...
