El rugido perfecto del motor de Audi de cinco cilindros cumple 50 años

Medio siglo después de su debut en el Audi 100 de 1976, el motor de cinco cilindros sigue siendo uno de los mayores iconos tecnológicos y emocionales de Audi.

De los rallyes del Grupo B a los actuales RS 3 de 400 CV fabricados a mano en Győr, su sonido incomparable y su evolución técnica han mantenido viva una leyenda que combina innovación, carácter y deportividad.

En 2026, Audi celebrará los 50 años del motor que mejor simboliza su filosofía “Vorsprung durch Technik” ("Ventaja a través de la tecnología"). Fue en 1976 cuando la segunda generación del Audi 100 estrenó el primer cinco cilindros de la marca, una solución surgida de la necesidad de ofrecer un propulsor más potente y refinado que los entonces habituales cuatro cilindros, sin recurrir a los más pesados y voluminosos seis en línea. El resultado fue un bloque de 2.144 cc y 136 CV que inauguró una trayectoria técnica y deportiva sin precedentes.

Currículum deportivo

Aquel motor derivaba del concepto EA 827 del Grupo Volkswagen, pero pronto Audi lo llevó mucho más lejos. En 1979 llegó el primer cinco cilindros turbo de gasolina, con 170 CV, que inauguró una nueva era prestacional en el Audi 200 5T. Solo un año después debutó el Audi quattro original, un modelo que cambiaría la historia del automovilismo: tracción total permanente, turbo, intercooler y un motor que pronto alcanzaría los 200 CV. Con él, Audi conquistó el Campeonato Mundial de Rally en 1982 y 1983, cimentando la reputación del cinco cilindros como un arma imbatible.

El cénit emocional de aquellos años llegó con el Audi Sport quattro de 1983: 306 CV para la calle y hasta 450 CV en el coche de Grupo B. Su estela continuó en competiciones americanas como la Trans-Am e IMSA GTO, donde el cinco cilindros llevó a Audi a nuevas victorias y rendimientos superiores a 700 CV. En 1987, Walter Röhrl coronó Pikes Peak con el brutal Sport quattro S1 E2 de 598 CV, probablemente la imagen más icónica del motor.

Resurrección

Paralelamente, Audi desarrolló variantes diésel de cinco cilindros y, en 1989, marcó un hito con el Audi 100 TDI, primer turbodiésel de inyección directa completamente electrónica. Durante los noventa, el concepto evolucionó hasta el RS2 Avant de 315 CV, modelo fundacional de la familia RS. Sin embargo, la llegada de los V6 provocó una pausa: en 1997 desaparecieron los últimos cinco cilindros… hasta su gran resurrección.

Esa vuelta triunfal llegó en 2009 con el Audi TT RS: 340 CV extraídos de un nuevo 2.5 TFSI dotado de inyección directa. A partir de entonces, RS 3, TT RS y RS Q3 consolidaron una nueva generación de este motor, que en 2016 saltó a 400 CV gracias al EA855 Evo Sport. Su versión actual, introducida en 2021, alcanza 500 Nm y permite que el RS 3 acelere de 0 a 100 km/h en solo 3,8 segundos, con velocidades punta de hasta 290 km/h.

Más allá del rendimiento, la identidad del cinco cilindros se sostiene en su sonido. Su singular orden de encendido 1-2-4-5-3 genera un ritmo inconfundible, reforzado por la geometría del escape y las aletas activas que modulan su timbre en función del modo de conducción.

La producción sigue siendo artesanal: cada unidad del 2.5 TFSI se monta a mano en la planta de Győr, en un proceso de 21 estaciones que culmina con pruebas en frío y en caliente antes de viajar a Ingolstadt para su “matrimonio” (ensamblado del motor en la carrocería) con el RS 3.

Medio siglo después, el motor de cinco cilindros sigue siendo un símbolo de Audi: una pieza de ingeniería que combina historia, emoción y vigencia técnica destinada a perdurar.