Un año redondo para el Fabril
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Objetivo cumplido. El Fabril logró ayer, con algo de sufrimiento, la única premisa marcada para esta temporada: el ascenso de categoría a Segunda División B. Todos los estamentos del club se han volcado para lograr este éxito, que permite acercar el filial al primer equipo para crear unas sinergias muy difíciles de mostrar con la distancia actual.
No obstante, ha sido un año redondo pero no fácil en cuanto a su gestión, con momentos de dudas y de alegrías.
Una nueva apuesta
Cristóbal Parralo aterrizó en junio para hacerse cargo de la plantilla. Las críticas a que no fuese gallego sucedieron desde el primer día que se anunció su contratación. El técnico se aisló de ellas, centrándose solo en demostrar su valía en base a su trabajo.
Una plantilla con pocos gallegos
Otras de las críticas habituales fueron la catalanización del Fabril. La ausencia de jugadores de Galicia (Quique Fornos, Queijeiro, Pinchi, Blas y la presencia testimonial de Naveira y Hugo Rama) se suplió con la llegada de futbolistas desde otras autonómias, especialmente Cataluña.
Un inicio titubeante
Los inicios no fueron fáciles. El equipo era joven y le faltaba experiencia. Edu Expósito, que se ha mostrado como uno de los mejores, empezó el curso más tarde al tener que operarse de una hernia. A mayores, las cosas no salían. Otros equipos cogían ventaja y parecía díficil alcanzarlos, pero se logró y se campeonó.
Una gran racha
A partir de disipar las dudas y de enlazar una buena dinámica, las características de un filial empezaron a aflorar. El equipo puso la quinta marcha y no hubo quien le tosiese.
Jugadores atípicos
La llegada de Manu Molina mediada la primera vuelta le dio consistencia a un equipo que se reforzó también en invierno con Carlos López. En el caso de Molina, no es el perfil habitual de jugador de un filial, pero se entendió que eso era lo que necesitaba este Fabril.
Un playoff difícil
A pesar de que el campeón tiene una doble oportunidad, la falta de experiencia pudo pesar. El Fabril supo madurar en el Príncipe Felipe ante el Cacereño y jugar con la presión de Riazor. Objetivo cumplido.
Una nueva realidad
Ahora llega el momento de edificar. Habrá cambios en todas las líneas. Se busca afianzar al equipo en Segunda División B.