El NK 041, con todos y contra todos
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En Croacia, cuya selección ha sido castigada en el pasado por expresiones racistas de sus jugadores y donde en los estadios es habitual oír a los hinchas corear saludos filonazis, existe un pequeño club, el NK Zagreb 041, que se distingue por luchar contra el racismo y la intolerancia.
"En los estadios de Croacia a menudo se manifiesta la homofobia, el racismo, incluso el antisemitismo. En nuestro club realmente todos son bienvenidos, cualquiera que sea su color de piel, etnia, orientación sexual. Y lo mismo pasa en nuestras gradas", asegura a Efe Filip Jergovic, el capitán del club capitalino.
A diferencia de la Federación Croata del Fútbol (HNS), encabezada por el exmadridista Davor Suker, que evita condenar el saludo ustasha (movimiento pro-nazi croata) en los estadios del país, el capitán del NK Zagreb 041 no vacila en expresar su categórica condena.
"Es una vergüenza. Creo que cualquiera que sabe algo de historia, sabe qué significa ese saludo", dice.
La selección de Croacia ha sido castigada y multada en repetidas ocasiones por la FIFA y la UEFA por incidentes racistas, frecuentes también en partidos locales de clubes de menor categoría.
Agrupaciones antifascistas consideran que las medidas tomadas por la HNS para prevenir esas tendencias son meramente "cosméticas".
"La actitud benevolente hacia manifestaciones de racismo e intolerancia, muy común en nuestro deporte, nos impulsó, en 2014, a formar un club diferente, con un mensaje del fútbol como deporte de solidaridad y sana competición", explica a Efe el portero Kresimir Blazevic, uno de los fundadores del club.
Fueron cerca de medio centenar de aficionados del antiguo club NK Zagreb, quienes, descontentos por el creciente racismo y por la forma antidemocrática en la que el club estaba dirigido, fundaron en 2014 el NK Zagreb 041.
Empezaron a jugar en la séptima liga croata de la temporada de 2015/16 y lograron el quinto lugar de la tabla.
Ahora el club ya está en la tercera liga, con esperanza de pasar a la segunda este año.
Cuenta con unos 150 miembros y aparte del primer equipo tiene uno de mujeres y una escuela para niños, aunque de momento carece de un estadio propio.
Entre sus miembros figuran varias organizaciones de la sociedad civil croata, como el Centro de Estudios Por la Paz (CMS), la Red de Antifascistas de Zagreb, el centro social y alternativo Rog (de la vecina Eslovenia) y algunas asociaciones estudiantiles, entre otros.
"Fuimos muchas veces objeto de desmanes agresivos de aficionados del Dinamo de Zagreb, los Bad Blue Boys (BBB), que nos perseguían, amenazaban y trataban de quitar nuestras pancartas contra la homofobia o el racismo", cuenta Blazevic.
Recuerda también cómo en uno de sus encuentros, el 041 se negó a jugar hasta que desapareciera del estadio una pancarta contra refugiados.
Entre los jugadores del equipo hay refugiados y solicitantes de asilo, ya que uno de los postulados del club, establecido en sus estatutos, es "la integración de grupos marginados a través del fútbol".
Ajub Faisal, un joven iraquí de 17 años, llegó a Croacia hace dos años y ha recibido asilo en el país balcánico.
Fanático del fútbol, el joven cuenta que ha sido muchas veces agredido por hinchas radicales del Dinamo de Zagreb.
"En el barrio donde vivo, nos gritan y nos mandan mensajes contra asilados. Pero en este club tengo buenos compañeros y me siento aceptado", explica a Efe Ajub su experiencia.
Mientras, la federación croata impone estrictas normas en cuanto a la participación de extranjeros en las ligas inferiores.
"Los trámites para registrarlos son muy complicados. Esto es una liga de aficionados, no veo por qué imponen una reglamentación tan rigurosa. Es muy triste", critica Jergovic.
Una de esas reglas establece que solo dos solicitantes de asilo pueden jugar a la vez en el primer equipo del club.
El Zagreb 041 sigue un modelo de gestión democrática, sin presidente, secretarios o consejeros: cada miembro tiene un voto en la asamblea que decide mensualmente sobre todos los asuntos pendientes.
Los croatas siguen así el ejemplo de clubes europeos de larga tradición como el FC St Pauli de Hamburgo (Alemania) o el United of Manchester (Inglaterra).
"La idea es ser un club local, abierto a todos, donde el dinero no es todo, y en cuyos partidos realmente valga la pena gastar una tarde del domingo para gozar noventa minutos de buen fútbol y de buen ambiente", resume Jergovic la filosofía de su equipo.