En el Real Madrid podría fichar mi abuela
Por Antonio Fuentes (@_antoniofuentes) IIICuando estaba en plenitud de facultades, mi abuela Rosario era una gran amante al fútbol. Sus hijos le contagiaron esa fiebre a base de ver partidos y partidos. Siempre fue un poco merengona, pero tenía buen gusto. Como caracteriza a esas generaciones de niños que vivieron la cara más cruel de la guerra y la dictadura franquista estuvo, desde muy pequeña, acostumbrada a perder y a sufrir.
Eso la hizo pesimista por naturaleza. Así que cuando jugaba su Madrid el pronóstico solía ser de derrota.
Recuerdo cómo me destacaba tras los partidos a Romario o Laudrup en el Barcelona, a Kiko en el Atlético o a Tsartas en el Sevilla. Eran los que más nombraba Manuel Ladrón de Guevara en las retransmisiones de Canal Sur.
Tras escuchar hace unas semanas a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, en El Larguero (Cadena Ser), llegué a una conclusión: si mi abuela fichara ahora jugadores para el Madrid, el equipo sería muy parecido al actual.
Es alucinante cómo Florentino reconoce sin sonrojarse que él es el que ficha. Así, sin más. Mientras equipos modestos se estrujan el cerebro en fortalecer su secretaría técnica y fichar lo mejor de las ligas más extrañas, el Real Madrid pone la tele, ve quién es el mejor y paga lo que haga falta. Decía su presidente, "para fichar a Bale o Kaká no hay que ser muy listo, ¿no?". Evidentemente, no. Es más, no hay que saber nada de fútbol.
Este verano me leísteis dar razones para no fichar a Bale (y menos por 100 millones) y sólo hemos necesitado un mes de competición para que el aficionado de a pie comience a preguntarse por qué. Sobre todo, ¿por qué vender a Özil? ¿por qué poner a Bale sin haber hecho pretemporada? ¿por qué cambiar de banda al galés si es zurdo cerrado? Pues muy sencillo, porque el Real Madrid actual vuelve a ser una máquina de generar ingresos y una deshonra en el campo. O sea, Florentino en estado puro.
Se olvida el presidente que ese club llegó a ser lo que es por los títulos que ganó, no por sus cuentas. La gente no se hace de Banesto o del BBVA, se hace del Betis, del Sevilla, del Málaga o del Madrid. ¿Son empresas? Sí, pero con una particularidad esencial: las mueven sentimientos.
La última de las hazañas de Florentino ha sido la brillante operación de Mesut Özil. Cambian a Bale por Özil, más 55 millones. Una de las mayores barbaridades cometidas por un club desde que tengo memoria.
Llevo dos años viendo casi todos los partidos de Bale, por lo que sé lo que puede llegar a ser en el Madrid. Me parece acertado ficharlo porque marcará diferencias pero, a día de hoy, ni vale 100 millones ni aporta más que el alemán. Es más, yo no lo cambiaría ni aunque costarán lo mismo. Apostaría unos euros a que Özil será jugador del año en la Premier.
Gustos aparte, lo más bochornoso del asunto es que, nuevamente, lo deportivo va por un lado y lo económico por otro. Decía Ancelotti que su Madrid tiene que hacer un juego elaborado. Así, en teoría, si tienes a Isco y Özil para tocar y a Cristiano y Di María para correr, es casi imposible mejorar el equipo. Pues no, Florentino le quita al alemán y le trae otro galgo más. Perfecto para no poder tocar, pero sí para vender camisetas.
Dejemos margen, pensarán algunos. Y sí, llevan razón. Lo que ocurre que el margen en los mandatos de Florentino se agota siempre en las mismas fechas y nunca en la tercera semana de Mayo.
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