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Es Noticia

Ave César, la Galia de Nervión te saluda

El tifo de Biris en el Sevilla - Juventus (Foto: Kiko Hurtado)
Dani Herrera

“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor”

Así comienza la leyenda de los galos, un pueblo repleto de "bárbaros inconscientes". Lo definía de esa manera su enemigo más íntimo, la temible Roma. El imperio más grande jamás visto hasta la fecha vivía su época más esplendorosa. Toda Europa temblaba al oír las hazañas de Julio César y su ejército. Sin embargo, había un reducto fiel a sus ideas que no solo no se dejaba domar por su adversario, sino que se atrevía a desafiarlo.

Este pequeño pueblo denominado Galia era la auténtica resistencia del imperio romano. Una aldea incontrolable liderada por dos hombres que no le temían a nada y que ya se habían visto envueltos en mil batallas como la que se avecinaba. Astérix era el líder encubierto de la Galia, a pesar de ser bajito y muy delgado. Se había criado desde pequeño en la aldea, había sufrido y disfrutado con sus derrotas y sus victorias como el que más, y conocía a la perfección todas las virtudes y los defectos de los suyos. Sin embargo, si esperas al típico líder, este no era el caso. A él no le hacía falta alzar la voz para demostrar una grandeza que hablaba por sí sola.

A su lado estaba su fiel compañero y amigo, Obélix. Si hablamos del segundo de nuestros protagonistas lo hacíamos de un 'extranjero'. No era natural de la aldea, pero tampoco le hacía falta porque parecía que había nacido en la Pino Montano de la Galia. Era tanto el sentimiento arraigado que tenía por su gente, que defendía a los suyos por encima de todo y de todos. Cuando llegaron las vacas más flacas algunos incluso dudaron de él, pero solo eran habladurías. Parafraseándolo, él no nació galo, pero morirá siéndolo.

Navas y Rakitic, tras vencer a la Juventus (Foto: Kiko Hurtado).

Astérix y Óbelix, o también llamados Navas y Rakitic, son solo las dos cabezas visibles de un grupo que cuenta las horas, menos de 48 para ser exactos, que faltan para volver a citarse con la historia a los ojos de toda Europa. Solo once serán los afortunados de ser los protagonistas, de saltar al campo de batalla con la indumentaria blanca, para medirse a la temida Roma. Pero no estarán solos, porque tendrán tras ellos a miles de indomables corazones que darían su vida solo por defender a su pueblo de los romanos un solo minuto.

Y ahora tú te estarás preguntando, ¿Cómo esta pequeña aldea situada en el sur de España va a hacer frente a un ejército que le doblará en número? En toda historia fabulosa hay un secreto guardado bajo llave y en este caso no iba a ser menos. Astérix, Obélix y todos sus amigos poseen un 'producto' que multiplica su fuerza por mil, especialmente en los momentos de mayor debilidad, cuando vienen mal dadas. Es su mayor secreto, es la ‘Pócima de Nervión’.

Recibimiento al Sevilla en la previa del partido de Champions League ante el Bayern.

No importa si los romanos le superarán exponencialmente en número, tampoco si ellos llegan impulsados por un líder luso llamado José Mourinho que no conoce la derrota en una final continental. ¿Qué más da eso? Lo único que importa es que son la mejor banda y ya están camino de Budapest.

Ya lo demostraron en Eindhoven, donde se derramaron lágrimas contenidas durante seis décadas. En Glasgow, donde apostaron todo al rojo para volver a ser campeón. En Turín, donde le dijeron a toda Europa que habían vuelto para quedarse. En Varsovia, donde se evidenció el amor verdadero más bonito jamás visto de una ciudad con su copa. En Basilea, donde les doblaban en número, pero la exhibición en la grada fue tan grande como la de su equipo sobre el césped ante un tal Liverpool. Y en Colonia, donde incluso estando desde casa por obligación demostraron que nadie la quiere como ellos. ¿Acaso se pensaba alguien que iban a fallar en este nuevo encuentro con la eternidad?

Lo del miércoles tiene que ir por todos los que forman la 'Pócima de Nervión'. Por los que han movido cielo y tierra haciendo escalas en lugares innombrables por estar pasado mañana en Budapest. Por los que, por motivos laborales o económicos, van a dejarse la garganta desde Sevilla para que sus gritos lleguen a 3.000 kilómetros de distancia. Físicamente lejos, pero con el corazón en la grada del Puskás Arena. Y por los que mandarán un beso al cielo en forma de agradecimiento y añoranza al que le inculcó amar a un veneno que no tiene cura. No te preocupes por él, porque estará ahí arriba empujando con el alma desde el tercer anillo para meter el primer gol de la final.

Estarán todos en Budapest, no faltará nadie. Que se enteren en Roma. Ave César, la Galia de Nervión te saluda.

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  1. Jandy88

    Vamos mi Sevilla!!! Todos los corazones sevillistas están ya en Budapest. Avanti Sevilla.