La locura y las ganas de fútbol se han asentado en Málaga, tierra de desgracias balompédicas en las últimas temporadas y que necesitaba un chute de optimismo para volver a ilusionarse con su equipo. En el duro Grupo II que encabezan dos buques a los que perseguir, no hay ni un solo club que tenga el seguimiento del que goza el Málaga.
La asistencia a La Rosaleda ha ido subiendo como la espuma, partido tras partido, desde los 19.000 del debut como local en Primera RFEF a los 24.292 del pasado jueves festivo ante Melilla. Los desplazamientos son también un buen termómetro para medir la ola de malaguismo, como puede demostrarse con la alta demanda para asistir al derbi próximo contra el Antequera. Pero antes, este mismo sábado, el estadio de Martiricos vivirá un día de récord por el ritmo de venta de entradas que está habiendo.
Se han superado las 7.200 entradas vendidas y aún quedan 2.600 asientos libres con un margen de tiempo considerable: dos días y medio hasta el sábado a las 20.00 horas que comience a rodar el balón. Si se confía en seguir pulverizando las ventas y se cuenta con la mayoría de los 19.000 abonados, no será complicado ir por encima de los 25.000 y situarse incluso cerca de colgar el cartel de 'no hay billetes'.
Por engrandecer este ambiente que ya es habitual, mejor abrir la mirada y echar un vistazo a las estadísticas a nivel nacional. Por ejemplo, ningún estadio de LaLiga Hypermotion superó en asistentes a La Rosaleda en la última jornada: en el Sporting - Zaragoza hubo 20.698 personas en El Molinón y el campo del Espanyol se quedó en 21.439.
Esta fortaleza como local la está aprovechando el equipo con victorias y tan solo un gol encajado (2-1, 3-0, 1-0 y 1-0), siendo la mejor defensa del campeonato, aunque en el último partido recibió los primeros pitos tímidos de la temporada. La gente quiere más. Es ambición. Es hambre. Es exigencia para no dejar vida al rival. Es el Coliseo malacitano que quiere hacerse infranqueable llenándose más cada vez. Enfrente estará el filial madridista, entrenado por Raúl González Blanco y que seguro que no tendrá miedo escénico.