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Las mujeres del cielo

Dos mujeres caminan por la ladera del Manaslu en Nepal
Periodista y productor en ElDesmarque desde 2014

Hace justo 50 años, Naoko Nagaseko, Masako Uchida y Mieko Mori se convirtieron en las primeras mujeres en batir un ochomil. En 1974, en una cordillera del Himalaya situada en la zona occidental de Nepal, un grupo de once mujeres se enfrentaron a los estereotipos y a la cultura conservadora japonesa que las consideraba 'unas locas'. Decidieron ser leyenda. Decidieron ser las mujeres del cielo.

En 1969, un grupo de mujeres en Japón que pertenecían al club alpino Jungfrau de Tokio, empezaron a preparar un hito de la historia del deporte: ser las primeras mujeres en hacer un ochomil. La hazaña requería de mucho trabajo y planificación, pero más aún en una sociedad donde a las mujeres no se las tomaba en serio en el deporte, y en la que además el riesgo no era una heroicidad sino una actitud inmadura. Cinco años tardaron en tenerlo todo atado. A comienzos de 1974 las mujeres del cielo comenzaron su aventura.

Panorámica del Himalaya en Nepal.

En febrero partieron desde Katmandú. A lo largo del mes de abril consiguieron instalar los campos base, dejando el cuarto listo para el ataque a la cima en unos 7.000 metros. El 3 de mayo se instaló el quinto campo base a 7.650 metros. El oxígeno ya lo habían utilizado en el campo cuatro y sólo les quedaba para dormir. Naoko Nagaseko lideró el ataque a la cumbre el 4 de mayo. Partió junto al sirdar -guía del grupo- y le siguieron posteriormente Masako y Mieko. Sobre las 17:30, las tres tomaron la cima e hicieron historia.

La dureza del alpinismo ha estado durante mucho tiempo reservada a los hombres. Esta expedición no fue menos de lo habitual y tuvo la pérdida de Teiko Suzuki. Cuando las tres japonesas descendían de la cumbre, Teiko iba en ascenso hacia la cima. La esperaron de vuelta por la tarde pero nunca regresó. La tormenta y la niebla dificultó hasta su búsqueda que se prolongó al día siguiente cuando encontraron restos de su equipo.

Este hito impulsó un cambio imparable. Las mujeres también querían demostrar que podían romper sus límites extremos. Los deportes de riesgo no eran más peligrosos para los mujeres por el simple hecho de ser mujeres, y un grupo de once japonesas acariciaron el Manaslu contra toda opinión pública. Comenzó una nueva era del deporte femenino. Un techo que rompieron las mujeres del cielo.

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