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El camino de lo vivido, el orgullo de lo que somos

Brais celebra su gol al Inter de Milán (Foto: Giovanni Batista).
Ion Urrestarazu

Treinta y tres años habían pasado hasta que en 2020 volvimos a clasificarnos para disputar una final. Como todos sabemos levantamos la Copa el tres de abril de 2021 y sin público, por culpa de una pandemia que nos privó a toda una generación de vivir en persona lo que nuestros padres, madres, aitonas y amonas habían podido vivir en Gijón o Zaragoza.

Una generación que vivimos las calificaciones a Europa de los 90, los ridículos en las eliminatorias coperas a la primera de cambio, el sueño frustrado de una liga ante el Real Madrid de los galácticos. Vigo era un mar de lágrimas. Fuimos los 6000 de Manchester, también fuimos los cuatro gatos que sufrimos una humillante derrota ante el filial del Sevilla en un Sánchez Pizjuán desangelado, un partido contra chavales en el que yo, como seguidor, realista toqué fondo. Una generación que vivió el descenso al infierno, el batacazo de Mendizorroza. El mítico partido en Cádiz, que parecía el viejo Atocha. El ansiado ascenso. Y por el camino asesinaron a Aitor. Nos arrebataron a uno de los nuestros simplemente por eso, por ser de los nuestros.

Ya se conoce la alineación de la Real Sociedad en Salzburgo (Foto: Real Sociedad).

La generación de finales de los 70 y comienzos de los 80 hemos pasado por todas las pantallas del juego. Hemos visto crecer este Club como ningún otro lo ha hecho. Tenemos un campo más grande y mejor, mejores jugadores que nunca y mayor prestigio y popularidad. Sí, pero somos los mismos de siempre. Somos el mismo escudo que antes iba cosido en no se sabe bien qué parte de la camisera. Unos lo llevaban a la izquierda, otros a la derecha, unos más arriba, otros más abajo; a cuando los jugadores llevaban bigote me refiero. No había dos camisetas iguales…pero todas eran la misma. Lo mismo pasa en la grada. Miles de camisetas, todas diferentes pero todas iguales. Diferente marca, diferentes rayas, diferentes tallas, diferentes modelos…pero todas son la misma. Y lo mismo pasa con nosotros. Unos más optimistas, otros más pesimistas, unos que se van cabreados, otros que se quedan hasta el final. Unos que apagan la tele, otros que escriben para sanarse.

Todos sentimos los mismo por este equipo, todos sufrimos y nos alegramos por igual. Estamos a un gol de teñir Sevilla de azul y blanco. Estamos a un gol de que varias generaciones se fundan en una sola. Juntos hemos llegado hasta aquí y cuanto más juntos estemos, más lejos llegaremos.

No hay secretos, somos lo que somos, y por los que fueron y serán, hagamos que mañana en Anoeta y hasta en el último rincón del mundo se oiga un grito de aliento y de orgullo, orgullo realista. Jo ta ke irabazi arte, Real.

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