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Las lágrimas y las caras de la crisis, de Hugo Duro a Baraja pasando por Álex y Peter Lim

El periodista no es noticia

En los momentos de zozobra me gusta mirar a la cara y empatizar con las personas para saber qué piensan, con todos, desde Álex o cualquier aficionado a Peter Lim, pero pasando también por Baraja o Hugo Duro. La victoria contra la Real Sociedad fue una bocanada de oxígeno para un Valencia que se iba por el sumidero. El triunfo coral del equipo con Mestalla me recordó a cuando era pequeño, a cuando el fútbol era sólo eso: fútbol, sentido de pertenencia, unión de miles de personas en una sola y un estadio que cobraba vida.

La realidad, no obstante, es muy tozuda y, aunque el Valencia durmiera fuera del descenso el sábado, el camino de la salvación no ha hecho más que empezar. El equipo dio un salto y con Baraja de maestro de ceremonias creció en intensidad. Pero el Valencia sigue en crisis, en la mayor que uno conoció, en crisis social, deportiva y económica, y sobre todo está sumido en una crisis de identidad., Es en esos momentos, no sé si es por ser hijo de psiquiatra, me gusta empatizar, mirar a la cara -cuando se puede porque Lim no la da- y saber qué piensan todos y cada uno de los actores, voluntarios o no, de la situación que vivimos. Sólo así creo que se podrá vislumbrar una solución que, al menos a corto plazo, uno no encuentra.

Empiezo por Peter Lim, al que nunca veo, al que no conozco y no habla y con el que es imposible empatizar. Sólo le juzgo por lo que me dicen de él y por sus actos. Yo no sé si el Valencia acabará bajando a segunda división. Hace una semanas me parecía algo impensable. Hoy en día es una opción real que tiene un único culpable: el propio Lim. Su gestión, su adelgazamiento del club y ver en lo que ha convertido a un histórico como el Valencia hace que, por primera vez en muchos muchos años, casi desde que tengo uso de razón, el equipo tenga un riesgo grave de irse a Segunda. Escribir esto no me satisface el espíritu, no me consuela, al contrario me entristece y me deprime aún más y me convence de que hay que encontrar la forma de hacerle ver y entender que el camino que ha elegido lo único que genera es sufrimiento a miles de personas y aficionados y que no tiene otro final que vender e irse. Sobre qué tiene que suceder para que se vaya Peter Lim, ya escribí hace semanas y no pienso repetirme.

Protestas contra Peter Lim

Pero de esta historia, con los que más empatiza uno es con los aficionados, que siguen protestando para tratar de salvar su amado Valencia. Me impacta ver a mi primo Álex, por ejemplo, sin ganas de nada, gritando desde la rabia y la frustración del que poco puede hacer. En las últimas semanas he conocido a muchos como él que me han confesado que están ansiosos, angustiados, entristecidos, preocupados y todos ellos asqueados y cabreados con lo que ven. Si Lim mirara a la cara de uno sólo de ellos y les escuchara sabría lo que tiene que hacer: o cuida un sentimiento que es el Valencia o se va, aunque sea el máximo accionista y para él esto sólo sea una inversión.

Baraja, Hugo Duro y las otras víctimas de Peter Lim

Pero también empatizo con los de dentro. Empleados o jugadores, a los que conozco y trato a diario. Ver las lágrimas de Hugo Duro al final del partido hace que se te caiga el alma a los pies. El madrileño es un choto más, un chaval que sufre con la afición, en el campo, en la calle y en las redes y que, tras un partidazo, acabó en el césped, entre lágrimas de alegría pero también de alivio tras los tres meses más duros que han pasado él y sus compañeros en sus jóvenes carreras. Eran las de Hugo, pero este sábado respiraron aliviados porque ven la luz al final del túnel miles de valencianistas. El equipo, me consta, sufre, padece y es víctima también de una gestión, la de Peter Lim, que tiene defendiendo el fuerte a una plantilla joven y corta.

Baraja guía al pueblo

Por suerte para Lim, pero también para el valencianismo, siempre hay un líder dispuesto a coger la bandera del suelo y enarbolarla hacia la victoria. Así, Baraja, a modo de Libertad guiando al pueblo como el cuadro de Delacroix, hizo un discurso firme antes del partido; jaleó a sus chicos y a la grada desde el banquillo con los brazos en alto y claro, acabó "conmovido".

Quiénes conocemos al técnico vallisoletano, y por eso empatizo un poco más con él, sabemos que, tras esa apariencia de tipo seco y distante, se esconde un líder valiente natural que no tiene miedo y que, aunque le diga que le importa poco el entorno, tiene al Valencia grabado en lo más profundo de su corazón castellano. Eso, en tiempos de ausencia de líderes y referentes es oro puro. Yo, me alegré por la doble victoria este sábado en Mestalla, por la deportiva, pero también por la social y la protesta cívica porque demuestra que, por mucha ley de sociedades anónimas deportivas que rija nuestras vidas y el Valencia, el sentimiento está muy vivo. Y mientras hay vida, hay esperanza. Feliz semana.

David Torres

Delegado de ElDesmarque en Valencia

dtorres@eldesmarque.com

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