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Con el espíritu de Basilea y el corazón en la mano

Rodrigo dejó un buen partido desde la banda colaborando con un gol. (Foto: A. Iranzo)

La cara de Nuno Espirito Santo era entre sorpresa y enfado. Fueron 19 minutos en los que la empanada del Valencia CF fue tan grande que los tres tantos del Rayo cayeron como una losa. Los goles de JozabedPozuelo y Jonathan Pereira, que se estrenaban los tres esta temporada como goleadores, hicieron que planeara sobre Mestalla el fantasma de Las Palmas, el único equipo que había sido capaz de darle la vuelta a una eliminatoria de Copa en Mestalla tras lograr el triunfo en la ida. Aquello pasó en 1997 y fue por penaltis, y la verdad es que la sensación era de descontrol total.

Pero empezó la segunda parte y De Paul, Piatti, Rodrigo... pero sobre todo Negredo pusieron patas arriba a Mestalla; la grada apretaba, era la reedición del choque del Basilea de la Europa League, sí aquel partido en el que la comunión grada-equipo fue perfecta. Este equipo se encontró arrinconado y si le pinchas sangra, porque está vivo y siente. Cayó el 2-3 en el primer minuto de la segunda parte, Morcillo echó una mano, y el Valencia CF pese a que aún estaba eliminado, dio un empujón más gracias a la grada. Cuantas mentiras se han dicho de la afición ché, si era injusta con quien no debía, si no animan... milongas. Mestalla estuvo de '10' y el 2-3 lo empujó dentro todo Mestalla. 
Se estrenó otro goleador con el Rayo, Embarba (22 años), era el cuarto que marcaba su primer gol de la temporada para los franjirojos, para poner las cosas más complicadas 2-4, pero el equipo siguió contagiado por la grada y Alcácer hizo su segundo de la noche también empujado por afición ché. 20.000 personas se metieron en la pierna de 'Paquito' para empujar ese balón a las mallas de la portería de Cristian Álvarez. El espíritu de Basilea seguía en los cimientos de Mestalla, impregnado, impoluto, que agradable sensación, pero el corazón seguía en la mano de los miles de valencianistas.
Y el 4-4 lo hizo Rodrigo, el Valencia lo había logrado y tenía el partido donde quería nada más saltar al terreno de juego en la segunda mitad. Las tablas en el marcador y Mestalla on fire, encendido, que bonito y que incómodo es este campo cuando aprieta la grada. Los cimientos tronaban y el mensaje era claro: Paco Jémez, noventa minuti en Mestalla son molto longos. Y Mestalla acabó de pie, animando con bufandas en la mano, bello de vivir y bello de sentir. Enorme Mestalla, enorme la grada, enorme el equipo.
 

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