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El gran capitán revive la pesadilla

Daniel Marzo

Al Real Zaragoza se le acumulan los problemas. A la ya sabida crisis de resultados de las últimas semanas, se le añaden inquilinos a la enfermería. Pombo operado del rostro; Dwamena de baja indefinida y Alberto Zapater, que lleva meses sin entrar en dinámica grupal, tendrá que pasar por quirófano para tratar de solucionar sus problemas de rodilla.

Una baja, la del capitán blanquillo, que trasciende lo deportivo. Y es que el ejeano es algo más que un futbolista para el Real Zaragoza, es símbolo e icono dentro del campo, el jugador que se dejaría el alma si fuera necesario por defender el escudo del león y que vive ahora inmerso en una pesadilla. La misma que pareció dejar atrás cuando volvió a La Romareda.

Había sido entonces en Rusia. Enclavado en las filas del Lokomotiv, una lesión de pubis comenzó a torcerse y se convirtió más tarde en problemas de aductores, acabando todo en una hernia discal. Meses sin pisar un campo de fútbol. Entrenando con los juveniles y los lesionados, en doble sesión diaria. Una situación terrible que acabó por dejarle en el dique seco una temporada y viviendo un despido sin acuerdo por parte del equipo moscovita.

En Zaragoza Zapater había vuelto a encontrar la alegría. Pese a los malos momentos vividos en estas temporadas, el ejeano tuvo la oportunidad de consolidarse de nuevo en el equipo de su vida, hacerse importante e incluso protagonista en la temporada que más cerca se estuvo de volver a la máxima categoría. Dos campañas en las que el centrocampista aragonés lo jugó prácticamente todo, hasta que la rodilla comenzó a decir basta.

El curso pasado bajó su rendimiento y, de paso, el número de partidos jugados. De 39 en la 2017/18 a tan sólo 26 en la 2018/19. La rodilla comenzaba a darle problemas en una temporada en la que ya se había visto afectado por problemas musculares durante la pretemporada. Con la salvación en el bolsillo tras una dura campaña, Zapater decidía parar a mitad del mes de mayo para someterse a un tratamiento biológico pensando en la siguiente temporada.

Parecía en julio, cuando realizó su primera comparecencia ante la prensa, que la recuperación iba por buen camino y que en semanas podría volver a verse a Zapater sobre el césped. Nada más lejos de la realidad, apenas un mes después, ante la prensa en el Ayuntamiento, las sensaciones del capitán habían empeorado notablemente, “va a llevar más tiempo del que pensaba” confesaba el capitán. Otro mes, entrado septiembre, era el director deportivo, Lalo Arantegui, el que anunciaba la posibilidad de que el aragonés volviera al grupo en fechas próximas.

Pero la realidad ahora es otra. Es la de la vuelta de Zapater a la pesadilla. A la inactividad. Por eso, el ejeano se pondrá en manos del doctor Alfredson, en Inglaterra, con la firme intención de volver a sentirse futbolista. Porque si algo está claro es que mientras pueda, Alberto Zapater se dejará la vida por ayudar al Real Zaragoza.

Zapater, icono blanquillo (Foto: Daniel Marzo).

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