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Partido Forever PelleGreeni

Expandir v
Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

La cita entre el Real Betis y el Espanyol (3-1) era el Partido Forever Green de esta temporada. Ya acabado, y contado en esta web, podría declararse perfectamente Partido Forever PelleGreeni. Era el partido por la sostenibilidad ambiental, el de mostrar el compromiso del club contra el cambio climático, que para eso es el segundo de Europa en ese mérito. Y terminó clamando por la sostenibilidad de Pellegrini en el banquillo bético forever and ever and ever again. Sería la mejor muestra del club del compromiso por la sostenibilidad de la felicidad de sus aficionados. Y de la lucha contra el cambio de una época que reluce dorada.

Por mucho que se aventuren crisis y minidepresiones, este Betis no se cae. Pierde, pues claro, pero no lo tumban. Lleva un tiempo espesito de fútbol, la verdad es que sí, aunque no se le acaba de ir el aura, ni los goles ni tampoco el buen juego. Cede fuelle en la lucha por los puestos europeos y a la semana siguiente lo recupera, con más brío que nunca coincidiendo con las derrotas de Villarreal en casa ante el Valladolid y Real Sociedad en el derbi vasco.

Guardado, Borja y Ayoze celebran con Miranda el segundo gol del Betis (Foto: Kiko Hurtado).

Sostener la salud de los béticos y el ambiente del Villamarín

Y eso es fundamentalmente mérito del chileno. Porque no se puede hacer más con menos. No habría manera más firme de sostener la salud de los béticos y el ambiente del Benito Villamarín que hacer eterno a este hombre al frente de la dirección técnica del Real Betis. Sería la mejor forma de pagarle el milagro continuo que está materializando desde que llegara a Heliópolis. Hasta que su cuerpo aguante. O hasta que se harte. Y si no se ha hartado ya...

Sin Canales, sin Fekir, sin laterales derechos prácticamente, justo de centrales, con los árbitros desquiciando jornada sí y otra también a sus jugadores...le da exactamente igual. Nada le hace perder la serenidad ni le frunce el ceño. Se queja, estaría bueno, pero con sensatez y elegancia, sin estridencias, sin exabruptos. Su trabajo, por el que cobra bastante bien (estaría bueno, también), lo hace de maravilla en los partidos y, sobre todo, todos los días, teniendo enchufada a una plantilla con evidentes lagunas, haciéndola competir pese a lo que pese y teniéndola arriba, por delante de equipos con más presupuesto de Sevilla a Lima. E incluso enseñándole a sufrir. Eso también. Y no es baladí.

Ante el Espanyol, logró que un jugador como Montoya, tras seis meses sin jugar y después de haber desaprovechado más oportunidades que el Platanito, pareciera un lateral derecho habitual; abstrajo a sus hombres del desquicio colectivo al que se abocaron ellos mismos la pasada semana tras la roja a Canales; y recuperó gran parte de la producción ofensiva perdida siguiendo con su apuesta por Ayoze, renovando la de Luiz Henrique y, principalmente, dándole la llave del equipo a William Carvalho. Le puso a Guido y a Guardado de escoltas al portugués y éste se metió buena parte del choque en el bolsillo.

Carvalho, la magia a cámara lenta

Llevaba un tiempo apagadito, pero el equipo lo necesitaba y el centrocampista abrió el tarro de su cápsula. Como a cámara lenta, como si su fútbol se fraguara en la moviola, dio una auténtica exhibición haciendo jugar a los suyos y marcando el gol que daba la tranquilidad después del arreón del Espanyol en el inicio de la segunda parte que había puesto el 2-1 y había hecho tambalearse la tranquilidad de los béticos. Ahí estuvo también Pellegrini para sacar a Rodri, hacer que los suyos tuvieran más la pelota y terminaran de asegurar tres puntos que valen oro en la lucha por los puestos continentales.

Se acabó la resistencia del Espanyol, más allá del postrero gol anulado de Braithwaite. Volvió la felicidad al Villamarín y regresó también la ilusión por estar otra vez en competición europea y, por qué no, en la más importante. Porque este equipo cree en sí mismo pese a todo. Y eso es responsabilidad de un chileno que al que quien suscribe renovaría Forever.

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