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El Panda y Pellegrini le enseñan el puntero a Bordalás

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Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

Más que un monumento, el beticismo tendría que ir pidiendo la beatificación de Manuel Pellegrini, el Ingeniero de la resurrección de su equipo. El domingo, el chileno ni se detenía a degustar la victoria sobre el Rayo Vallecano y sólo hablaba de seguir ganando y de que "estamos a dos puntos del puntero". Ese discurso de ambición lo plasmó el Real Betis ante el Valencia CF en el duelo de la jornada 11ª de LaLiga Santander, donde Borja Iglesias y el propio Pellegrini le enseñaron a Bordalás el puntero. Le explicaron a un paradigma de la competitividad desde los banquillos cómo se mira hacia arriba con un incontestable triunfo que abunda en el estado de felicidad declarado entre la afición verdiblanca.

En la terminología futbolística sudamericana, el puntero es el que lidera la tabla o una competición. En el castellano español, un puntero es un palo alargado o un haz luminoso que sirve para señalar, así como la señal para marcar en una computadora. En algunos lugares de España, sobre todo en Andalucía, puntero es un adjetivo que designa algo magnífico, que funcionar de categoría. Y eso es precisamente lo que está haciendo el Real Betis, ser un equipo puntero que compite, gana y, encima, divierte. Todo lo que Bordalás quiere y se supone que garantiza en sus equipos (competir y ganar), e incluso lo que no va a conseguir ni con diez lustros entrenando en LaLiga Santander (divertir).

Pellegrini y Bordalás, en un lance del Betis-Valencia (Foto: Kiko Hurtado).

Pero este Betis no sólo es puntero, sino que, como anima a pensar Pellegrini, tiene que mirar al puntero, a quien sea que esté en lo más alto de LaLiga Santander. Luego, Dios y la competición dirán. Y Cordón, en el mercado de invierno. También, el partido ante el Valencia resultó un buen puntero para marcar la dirección por la que transita el cuadro bético: hacia arriba como un auténtico tiro, justo lo que esperaba el club che conseguir con Bordalás al frente de la nave.

El Plan del Ingeniero

En eso consiste el Plan del Ingeniero, si es que existiera como tal: en darle la vuelta como se la está dando a un equipo que hace un año y medio todavía daba demasiados tumbazos de inestabilidad y que ahora pierde menos que nadie en todo el continente europeo; en convencer a sus jugadores de que hay que aspirar a todo para llegar a algo. Hasta tal punto le ha cambiado la mentalidad a su Real Betis Pellegrini, que el ya clásico error nuestro de cada día del partido ante el Valencia se convirtió en una anécdota apenas curiosa.

Cuando los centrales y demás compañeros dejaron que Gabriel Paulista se pegara a Claudio Bravo y éste se comiera el balón del córner previo al gol visitante, con la ayuda de una discutible maniobra del defensa valencianista, apenas se temió.  El Valencia CF alguna oportunidad aislada hasta entonces y lo mismo después. La ventaja que había cobrado el Betis con los dos goles del enrachado Borja Iglesias habían dado una tranquilidad que no tardó en recuperarse con una jugada de estrategia. Pezzella cabeceó solo, ¡a un equipo de Bordalás!.

¡Oh, Juan Miguel; oh, Juan Miguel!

La afición, de nuevo con banderas en el Villamarín (Foto: Kiko Hurtado).

Luego, Juanmi, otro futbolista recuperado después de su calvario, terminó de despachar una contienda que pudo haber estado más competida de no ser por la animosidad de Alderete en el penalti a El Panda que abrió el marcador. El absurdo atropello del defensa del Valencia facilitó al Betis una tarea que, por otra parte, seguramente hubiera sido ejecutada de igual forma por un equipo en estado de gracia.

¡Oh, Juan Miguel; oh, Juan Miguel!, cantaba la afición en el tramo final del partido, mientras las banderas ondeaban eufóricas buscando el cielo después de un año y medio de estar arrumbadas de tristeza. Ayer salieron de sus cuartos cerrados con llave por el coronavirus para airear el verde y blanco, para responderle al viento que el Betis es puntero.

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