Volvió Neymar tras dos partidos fuera por una lesión en de tobillo tras una dura entrada sufrida contra Serbia. El problema recurrente en su carrera, el que le hizo no poder participar en el gran título de Brasil desde que es un habitual con la absoluta -la Copa América de 2019- y que puso en entredicho su continuidad en un Mundial de Catar 2022 que tiene entre ceja y ceja.
“No puedo garantizar que jugaré otro Mundial, sinceramente no lo sé. Quiero jugar como si este fuera mi último Mundial”, dijo antes de poner rumbo a Doha para perseguir su gran sueño.
Y es que a Neymar, con una carrera brillante, se le resiste un gran título con su país, más allá de la Copa Confederaciones que ganó en 2013, siendo protagonista en la final contra España. Fuera de la absoluta, lideró a los suyos a ganar los Juegos Olímpicos de Brasil 2016 y fue campeón del Sudamericano sub-20 en 2011.
Por esto, el Mundial de Catar lo afronta de manera especial, consciente de que al siguiente puede que, en caso de llegar, no lo haga en su pico de forma y, además, Brasil es ahora la gran favorita junto a Francia.
Estuvo cerca de truncarse su sueño. Al banquillo diez minutos antes de que acabase el partido, se tapó el rostro mientras lloraba y al descalzarse se pudo ver cómo tenía el tobillo derecho hinchado. Y saltaron las alarmas que, finalmente, se quedaron en un susto.
Un Neymar que lloraba en el banquillo mientras, seguro, se le venían recuerdos dolorosos a la cabeza. Desde 2018 y hasta llegar a Qatar 2022, 396 días de baja por lesiones en sus tobillos. Contra Serbia sumó otra, pero además recibió nueve faltas, más que ningún otro jugador -cuatro recibieron Pulisic e Hirving Lozano- en la jornada inaugural.
Pero Neymar descansó y esperó su momento. En su tercer Mundial no quería irse así, como le ocurrió en el primero. En su casa, en Brasil, que acabaría con el ya histórico 1-7 de Alemania, solo pudo sufrirlo desde la grada porque en los cuartos de final sufrió una fractura en una vértebra lumbar tras un golpe de Juan Camilo Zúñiga (Colombia) ya en el minuto 86.
Esta fue su segunda eliminatoria en un Mundial. En la primera, contra Chile, demostró la personalidad, que le sobra, y marcó el penalti decisivo frente a Chile en la tanda. Y tras el 1-7 de Alemania, en el que nada pudo hacer, se acabó.
Pasaron cuatro años y llegó Rusia 2018, donde también jugó dos eliminatorias. Anotó frente a Mexico en octavos su único gol en eliminatorias de un Mundial, ya que contra Bélgica en cuartos Rusia cayó eliminada sin gol de ‘Ney’.
Dos grandes torneos y dos disgustos para el actual jugador del París Saint-Germain, que llegó a Catar con el gran objetivo de redimirse. Como demostró al poco de empezar en el partido de octavos frente a Cora del Sur.
Activo en el regate, sin miedo a que su tobillo no estuviera al 100%, incluso se atrevió a regatear al colegiado. Y en el minuto 13 marcó el penalti que supuso el 2-0. Se tomó su tiempo, esperó hasta el último segundo a que el guardameta coreano Seung-gyu Kim se venciera a un lado para definir con tranquilidad al otro.
Fácil, como hace el fútbol Neymar cuando está sano. Un gol con el que se colocó a uno -76- de igualar a Pelé -77- como el máximo artillero con la camiseta ‘verdeamarela’.
Por delante, Croacia en cuartos y a la vista un duelo frente a Argentina en semifinales -juega frente a Países Bajos en cuartos- para seguir persiguiendo dicho récord y su sueño de levantar el trofeo de una Copa del Mundo que tiene de fondo de pantalla en su móvil y de la que está más cerca, tras la goleada frente a Corea del Sur (4-1) en la que su presencia coincidió con los mejores minutos de Brasil en Qatar 2022.