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El que no llora...

Basilio García


En pocas ocasiones habrá saltado un equipo al terreno de juego con mayor presión. La tensión y la responsabilidad habitual en citas de este tipo quedaron en mera anécdota contemplando a los integrantes de la canarinha. Las lágrimas en los ojos de Thiago Silva o el rostro desencajado de todo un veterano como Julio Cesar dan fe de la importancia trascendental del partido para los de Felipao.

El salto al césped de Brasil y la puesta de escena de los aficionados verdeamarelhos durante los himnos fue acongojante. El resto fue más bien decepcionante. Croacia fue mejor sobre el césped, dominó el centro del campo, tuvo más ocasiones y sólo se vio desarbolado gracias a un penalti inexistente. Una golfada made in FIFA que añadir a la lista negra de los mundiales. Los balcánicos sí que tienen motivos para llorar
Los nombres propios del partido fueron tres. En lo negativo Nishimura, que se cargó un partido nada brillante pero sí muy disputado, y Pletikosa, desesperantemente lento en los goles brasileños, incluso en el penalti.
Para lo positivo queda la actuación de Neymar, un futbolista sideral capaz de mimetizarse y ponerse el mono de trabajo para echarse el equipo a la espalda. Parece rendir mejor sin la sombra de Messi y puede ser la esperanza de una Brasil de andar por casa que, tras el llanto inicial, se apropió de la victoria que había ido a buscar a São Paulo por lo civil o por lo criminal. ¿Se imaginan a Brasil fracasando a las primeras de cambio? Nishimura tampoco. Blatter descansa.   

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