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Okazaki, el último soldado de la invasión nipona

Takefusa Kubo, Shinji Okazaki e Hiroki Abe.
J. M. N.

La llegada de Shinji Okazaki al Málaga CF ha levantado los cimientos de Martiricos. La expectación es grande con su figura. Un futbolista de quilates, con una Premier y tres Mundiales a la espalda, que aterriza en el equipo blanquiazul para ser la nueva estrella. Tras su decisión de abandonar uno de los grandes focos mediáticos está su profundo deseo de catarse en el fútbol español. "Quería jugar en España, no importa la categoría", eran sus primeras palabras tras plantar los pies en la Costa del Sol. Su fichaje también ha causado gran revuelo a nivel nacional, donde ya han llegado varios jugadores japoneses a LaLiga.

Un hecho que da cuenta del auge del fútbol japonés, que cada vez gana más presencia en las ligas europeas. Hay alrededor, aún con el mercado abierto, unos 15 futbolistas del país asiático en el Viejo Continente. Lejos de ser una casualidad, se trata de un concienzudo plan trazado desde la década de los 90. Lo reconocía el propio Mitsuru Murai en un acto del World Football Summit Asia. El presidente de la J-League admitía que la intención de Japón es tener una selección potente para disputar el Mundial de 2050 y ser la cuarta liga mundial en el 2030. Unos objetivos muy ambiciosos que intentan alcanzar por dos vías.

La primera de ella es potenciar su propia competición, que mantiene un feroz duelo con la china, por atraer grandes futbolistas que se encaminar hacia la retirada. Fernando Torres, David Villa o Andrés Iniesta son el vivo ejemplo de esta estrategia. La segunda radica en las normas que rige el torneo nipón. Todos los equipos deben contar una Academia para la formación de los jóvenes y contar, mínimo, en sus plantillas con dos canteranos y un jugador sub 21, los tres con fichas profesionales.

Okazaki, el último en llegar

El pionero fue Nobuyuki Zaizen, que llegó en el 1996 al Logroñés. No tuvo mucho éxito porque Miguel Ángel Lotina lo dejó sin ficha y sólo podía disputar los amistosos. El primero que tuvo un impacto verdadero en el fútbol español, Shoji Jo. Lo recibió el Valladolid en el 2000 y su protagonismo sí fue serio. Después Nakamura, que llenó de asiáticos Cornellá, aunque su rendimiento estuvo por debajo de lo previsto. Recientemente, el Sevilla apostó fuerte por Kiyotake, pero no acabó de cuajar. Inui es en la actualidad el que mejor prestaciones ofreció, tanto que el Betis le ofreció un papel relevante. Su fútbol no explotó en Sevilla.

Tras Shibasaki, que esta temporada jugará en el Dépor tras pasar por el Getafe, este verano ha habido una masiva llegada. Hay que recordar que hasta ahora habían jugado nueve japoneses en el fútbol español. Antes de Shinji Okazaki, dos perlas dieron el salto. El primero fue Takefusa Kubo, en un fichaje muy sonado por el Real Madrid. El joven se está destapando en la pretemporada blanca y ya tuvo un gran partido frente al Bayern Múnich. Venía para el filial, pero su desembarco está causando dudas. El otro es Hiroki Abe, que firmó por el Barça, previo pago de un millón de euros, y que seguirá formándose en La Masía. Ambos debutaron con, 18 y 20 años respectivamente, con la selección absoluta de Japón. Curiosamente, jugaron con el malaguista la Copa América 2019.

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