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Es Noticia

De la excelencia al estupor

Roberto Morales / EFE

La selección española pasó en unas horas de la excelencia en la que se había instalado recuperando su fútbol más vistoso y el ambiente de los grandes momentos, al estupor que dejó la derrota ante Croacia, manchada con la rajada de Pedro Rodríguez en la víspera y la polémica imagen de Gerard Piqué en el himno español.

Una Eurocopa, como un Mundial, no se puede ganar sin ningún momento de sufrimiento en el camino a la gloria. España lo sabía, porque en la historia reciente lo ha sentido en más de una ocasión en cada una de sus conquistas, pero sin embargo lo ocurrido ante Croacia le cogió por sorpresa.
Pese a ser consciente de que en el fútbol actual en cuanto bajas el máximo nivel de concentración o especulas, cualquier rival te castiga, como está quedando demostrado en una competición repleta de sorpresas en la reivindicación de muchas selecciones que llegaban con el cartel de modestas.
No era Croacia precisamente una de ellas, pero a España todo se le torció desde la víspera del partido. Instalada en el clima de felicidad y buen rollo, con los jugadores formando una familia y hasta sus seres queridos cerca, con dos días con imágenes de los más pequeños entrando al terreno de juego incluso sin haber acabado la sesión; se pasó a la polémica de golpe por algo inesperado.
Unas declaraciones de Pedro, dando prioridad al aspecto individual antes que el colectivo, lamentando la falta de minutos y planteándose su futuro en la selección enturbiaron el ambiente en la víspera del duelo ante Croacia.
Por más que intentaron calmarlo Vicente del Bosque y Gerard Piqué, que incluso señaló como culpable a la prensa de las declaraciones de su amigo que no se arrepintió en público cuando dio explicaciones pese a que el seleccionador confesó que sí lo hizo en privado. Para no haber pasado nada, como todos explicaban, el ritmo habitual se había alterado. Tras el viaje a Burdeos se había producido una reunión de Pedro con el seleccionador y posteriormente había dado su explicación a los compañeros.
El propio Piqué dejó una imagen en el himno que corrió como la pólvora en las redes sociales. Su dedo anular extendido en una peineta, según él, involuntaria. "Me estoy crujiendo los dedos durante el himno. Dejemos de buscar polémicas donde no las hay e intentemos ganar la Eurocopa todos juntos", escribió posteriormente al comprobar el revuelo generado.
El partido lo acabó sudoroso Del Bosque, pálido. Así se marchó, con el gesto torcido, por la zona mixta del estadio de Burdeos. Intentando encontrar razones que explicasen la falta de oficio de sus jugadores para perder un partido al contragolpe a tres minutos del final cuando les valía el empate. Lo ocurrido en el lanzamiento del penalti que habría cambiado el rumbo tampoco evitó el estupor de la mayoría cuando el colegiado señaló el final del encuentro.
España no tiene un lanzador definido y a Del Bosque no le importa admitir públicamente que él no tiene que decidirlo. Mandan los jugadores que están en el campo y en ese panorama reapareció la obsesión de Sergio Ramos por marcar en una fase final de un gran torneo con su selección, lo único que le falta en su palmarés.
Además, la actuación de David De Gea abre, en el exterior de la selección, el debate de la portería. Dentro los roles ya están asumidos, pero fuera reaparece el ruido tras un partido en el que se esperaba un guiño a Iker Casillas con la clasificación a octavos ya certificada. Con la lección aprendida, sabiendo que nadie con el balón es superior a España, y que si rebaja la intensidad será castigada, ya encara el duelo ante Italia tras pasar de la excelencia al estupor.

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