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Es Noticia
España
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República Checa

Iniesta al mando (1-0)

Piqué celebra el gol de España ante la República Checa.
Álvaro Ramírez

Gracias al de siempre, Andrés Iniesta, y gracias al pitado, criticado y casi vilipendiado desde algunos sectores Gerard Piqué España ha solventado con victoria el primer encuentro de esta Eurocopa de Francia. Un encuentro que se le atragantó a la selección más de lo debido y lo esperado, pues la República Checa, limitada a priori, hizo bien lo único que demostró saber hacer, defender. Y defendiendo, defendiendo, agotó 85 minutos de partido, agotó el juego de España pero no la paciencia, pues de ella tiró la selección para, guiada por el de Fuentealbilla, encontrar el gol cuando más complicado parecía.

Tuvo que ser Gerard Piqué, tuvo que ser el central del Barcelona, cuya pertenencia e implicación en la selección tantas veces se ha debatido, más por parte de la afición, todo sea dicho, el que abriera la lata en ese minuto 87. Y tuvo que ser Iniesta, quien si no, el que asistiera a su compañero para dar la victoria a su equipo. Los dos, en realidad, junto a Juanfran quizás, fueron los mejores de España. Iniesta completó un magnífico partido, asumiendo la responsabilidad, conduciendo el juego de la selección; y Piqué hizo lo propio desde la seguridad de la defensa añadiéndole el acierto en el ataque. 
La lectura positiva, que España ganó y jugó bien; la negativa, que a la selección le costó bastante superar la barrera de la República Checa
El guion del partido fue el tantas veces repetido en una cita de España. Dominio absoluto del encuentro, 68% de posesión, un rival absolutamente encerrado y control del juego. Tardó el equipo de Del Bosque en engrasar su máquina, y de hecho en los primeros compases del choque la República Checa tuvo un par de acercamientos, que ni llegaron a ser peligrosos ni generaron remates. Pero fueron aproximaciones, que ninguna más se llevó a la boca el combinado checo hasta el descanso. 
A España le costó, decíamos, coger el ritmo del partido, unos 20 minutos, los equivalentes a los que Iniesta tardó en coger la onda del encuentro. La sombra de Xavi es alargada, y Del Bosque intentó asumir esa generación de juego y fútbol con el mismo Iniesta, Busquets guardando las espaldas y Cesc. Pero la última pata de ese trivote falló, Cesc anduvo desaparecido y esa pieza ralentizaba a veces el ritmo de juego. Suerte que el de Fuentealbilla asumió su tarea y la de Cesc... y la de todos, la de generar fútbol. Sus conducciones superando rivales, sus aperturas o sus balones interiores empezaron a generar peligro, y de peligro, ocasiones. Otro de los focos en los que parecía centrar España su juego era en Nolito. El de Sanlúcar recibía, pero siempre estático, al espacio lo hacía más en la banda derecha Juanfran, y el lateral del Atlético tuvo protagonismo en la mitad de las más claras acciones de peligro de la selección. También él generaba con Silva y entre Nolito, Iniesta y Juanfran ya empezaban a acumular suficientes argumentos para superar el autobús checo. Los eslavos defendían con todo su equipo en campo propio, pero gozó España de hasta cuatro ocasiones claras, dos de ellas de Morata, que se movió, se fajó y peleó bien durante los 45 primeros minutos, pero sin el premio del gol.
España era España, Iniesta era Iniesta y eso era una buena noticia para marcharse al descanso, aunque no hubiera goles.
Los pudo conseguir la selección de Del Bosque en varias ocasiones durante la segunda mitad. Enlazó fases de intensidad, de ritmo y de peligro continuo, una nada más comenzar la segunda parte, otra a mitad de esa segunda mitad. Y en esas etapas de juego hubo ocasiones, algún palo, pases interiores de Iniesta y de Silva, que nunca fueron culminados. También hubo algún susto, uno en concreto, que salvó un gris Cesc bajo palos, ahí estuvo iluminado el catalán.
Del Bosque, además, estaba convencido de la fórmula. Y lo cierto es que la lógica decía que era cuestión de acierto, no de juego, porque el juego era bueno por parte de España, por parte de Iniesta sobre todo. Por eso los cambios del seleccionador fueron de pieza por pieza, Aduriz por Morata, Thiago por Cesc, Pedro por Nolito. Creía Del Bosque, creía la selección y creía España en su fórmula, en el toque, en la paciencia y en la victoria, la que llegó en el 87 con esa maravilla de pase de Iniesta y con ese remate de Piqué, que quiso el destino que fuera el que encarrilara a las primeras de cambio esta Eurocopa. España jugó bien, sufrió demasiado y ofreció argumentos. Para empezar no está mal.

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