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Debutar de amarillo no trae mala suerte

Pablo Brea saltando al césped en su debut ante el Sanse (Foto: RCD).

La lesión sufrida por Mackay la pasada semana durante un entrenamiento trajo consigo el debut del joven Pablo Brea ante el Sanse. El meta santiagués había jugado en Copa ante el UCAM pero todavía no lo había hecho en liga. El Dépor venía de una apretada pero necesaria victoria ante el Calahorra y tocaba evitar la derrota como fuese para no perder el hilo del ascenso.

"Maldita camiseta amarilla" pudo haber pensado Brea cuando todavía no había transcurrido un minuto de partido y vio como el balón se colaba en el fondo de la red tras un remate de Baro. Pero no, no era mala suerte ni gol. Era fuera de juego. Acción invalidada y ahí comenzaba un partido en el que el portero blanquiazul fue ganando confianza con el paso de los minutos.

Pablo Brea sancando de puerta en el Sanse-Dépor (Foto: RCD).

A continuación, su estirada para despejar con la mano un gran disparo de Borja Martínez demostró que el Deportivo jugaba bien protegido. La confianza aumentaba para un Pablo Brea que, sin embargo, cuando cogía el balón para sacar de puerta demostraba calma y templanza. Tuvo más trabajo en la primera parte. En la segunda, el Dépor se fue más arriba y Brea mandaba sus balones lo más lejos posible aunque los coruñeses no consiguieron marcar. Lo bueno fue que tampoco encajaron. Brea mantuvo su puerta a cero y, después de cuatro partidos encajando, el Deportivo volvió de Madrid sin recibir un gol en contra. Está claro que debutar de amarillo no trae mala suerte y refuerza la confianza de un portero de 20 años al que le queda mucho futuro en el club herculino.

Pablo Brea en su debut ante el Sanse (Foto: RCD).

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