King Africa

La temporada de Mohamed Salah no tiene límites. El egipcio está realizado un año a la altura de muy pocos jugadores en el mundo y, ante la Roma en semifinales de Champions, volvió a reivindicar un lugar en el olimpo del fútbol.

 
Volvía el Liverpool a semifinales de Liga de Campeones diez años después y, en lugar de pagar la novatada, el 'Faraón' hizo lo que mejor sabe esta campaña: marcar goles. Dos tantos más que le colocan con 10 tantos en la competición europea, una cifra a la que no había llegado antes ningún futbolista africano. 
Ni de África ni del Liverpool. Ningún 'red', con el formato Champions, había conseguido antes llegar a la decena de dianas en una misma temporada, a pesar del título logrado por los 'reds' en 2005 y la final alcanzada en 2007, ambas con el Milan.
Y es que la explosión goleadora de Salah esta campaña es espectacular. En 44 partidos con el Liverpool suma 40 goles, mientras que en dos años como futbolista de la Roma, su rival de este martes, sólo pudo llegar a 34 en 83 choques. 
'Mo' no olvida su periplo como 'giallorosso', y por ello pidió perdón y no celebró las dos obras de artes con las que deleitó al público de Anfield. La primera fue un disparo colocado desde la esquina del área que batió a Allisson después de golpear el larguero, por el mismo ángulo de la portería.
Un auténtico golazo que tuvo su reflejo poco antes de acabar la primera mitad, en una jugada más propia de su anterior apodo, el 'cohete'. Salah demostró que es uno de los futbolistas más rápidos del mundo al aprovechar un balón filtrado de Firmino para plantarse solo delante del portero de la Roma y batirle con una suave picada que entró suavemente en la portería.
Dos goles más para seguir engordando unas cifras que le permiten liderar la Bota de Oro y presionar a Cristiano Ronaldo en la pelea por ser el máximo goleador de la Champions. Pero no todo son goles, y es que la remontada del Liverpool se certificó con los tantos de Mané y Firmino gracias a dos asistencias de Salah.
Una exhibición que tardarán en olvidar en Anfield, tal y como se pudo intuir en la tremenda ovación con la que le despidieron al sustituirle en el minuto 75. Liverpool y Egipto sueñan con un futbolista que les permite aspirar a todo.