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Unzué revolucionó al Celta con un sistema ultraofensivo

ElDesmarque Vigo

El 0-1 y los veinte minutos que quedaban por jugar obligaba a tomar riesgos. Unzué miró a su banquillo en busca de soluciones y decidió revolucionar su once, tanto en caras como en sistema. El Celta jugaría el tramo final del partido con solo tres defensas y cinco delanteros. Sobre el campo se podía observar un 3-2-3-2, con Aspas, Pione Sisto y Emre Mor en la línea de tres cuartos y Maxi con Guidetti en punta.

Esta apuesta obligaba a Lobotka y Pablo Hernández a asumir más trabajo, mayores responsabilidades en caso de pérdida de balón. El sistema funcionó, al menos en parte, ya que el objetivo final era lograr el empate, y eso no sucedió. El Celta siguió dominando el choque, generando peligro por bandas y liberando a Aspas que tuvo opciones de marcar desde la mediapunta.
A Unzué no le quedaron más atacantes en el banquillo, tampoco le quedaron defensas a Simeone para aguantar los envites vigueses. Giménez y Filipe Luis entraron para ayudar a Lucas, Savic, Godín y Juanfran. Dos choques de estilo, dos formas completamente distintas de entender el fútbol. La necesidad de empatar obligó a Unzué a jugar de esta manera, pero desde el primer minuto el Celta fue protagonista.
Sergi Gómez, Jonny y un renqueante Hugo Mallo, se quedaron atrás para evitar un segundo tanto colchonero. El partido del central catalán es para enmarcar, uno de sus mejores choques en mucho tiempo. Lo mismo que el de Pablo Hernández, inmenso en el mediocampo.
El Celta con este sistema buscó abrir el campo, ofrecer balones a sus puntas, generó peligro, la sensación de que el empate estaba cerca, no llegó, pero ver sobre el césped de Balaídos a toda la artillería celeste, a sus cinco delanteros internacionales juntos es una muestra de ambición, de no amilanarse ante un grande. Es un sistema pensado para remontar, este domingo no funcionó, pero dio ritmo y vértigo al ataque celeste.

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