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La cura del COVID-19 podría estar en manos del presidente del Hoffenheim

Rummenigge junto a Dietmar Hopp (foto:EFE).
Redacción nacional

Un héroe inesperado. El dueño del Hoffenheim, repudiado y criticado por su afición, podría convertirse en uno de los nombres contra el coronavirus. Según las últimas informaciones llegadas desde Alemania, una de las empresas de Dietmar Hopp podría estar ultimando la solución contra el virus.

Criticado, pitado y abucheado por su público, la última vez ante el Bayern Munich, Hopp podría tener la solución contra el coronavirus. Según ha informado Der Spiegel, CureVac, una de las empresas dirigidas por el máximo mandatario alemán, estaría trabajando en la vacuna que curaría a todos los enfermos 'tocados' por esta pandemia mundial.

Ante dicha noticia, las reacciones no han tardado en llegar. Tal es el miedo y la repercusión de esta posible cura que incluso son varias las fuentes las que señalan que el mismísimo Donald Trump, presidente de Estados Unidos, estaría dispuesto a comprar la empresa para hacerse con esta vacuna.

Dicha oferta, siempre según fuentes alemanas, habría sido rechazada por Hopp, que por el momento aún no se ha pronunciado sobre la veracidad o no de la noticia publicada en tierras germanas.

¿Quién es Hopp? ¿Por qué recibe insultos?

Pancartas ofensivas de los aficionados del Bayern de Múnich contra Hopp (foto:EFE).

Dietmar Hopp, presidente del Hoffenheim, cuenta sus años como -casi- la cantidad económica que guarda bajo su almohada. Según la revista Forbes, a sus 79 años el máximo mandatario alemán es considerado uno de los hombres más ricos del mundo. Y muchos no le conocen.

Hopp llegó al club alemán a principios de siglo y apenas necesitó siete temporadas para llevar al Hoffenheim a competiciones europeas. Su llegada debía ser un aire fresco, pero al público no le gustó.

Cabe recordar que según los principios del fútbol germano, las grandes fortunas no pueden/deben comprar equipos -situación semejante a la vivida por el RB Leipzig-. Hopp se la saltó y su decisión no gustó demasiado.

El público, más allá del rédito deportivo, cree que la ética debe imperar -él tiene casi todas las acciones del Hoffenheim- y parece dispuesto a seguir protestando hasta que su club vuelve a las manos del aficionado.

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