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El Athletic Club, o la victoria del espíritu Olímpico

El Ayuntamiento de Bilbao espera la llegada del Athletic campeón.
Miguel Suaña

Ahora que ya volvemos a tener el ritmo cardiaco bien atemperado, después de que el primer gol de Oihan Sancet empatara el duelo de la Copa 2024 y el último de Alex Berenguer, desde el punto de penalti, iniciara el camino hacia la gloria desde La Cartuja; ahora que ya la gran mayoría rojiblanca -y la inmensa minoría también, que ser del Athletic Club a todos nos iguala- ha dejado de levitar tres días seguidos tras ver surcar la mítica gabarra 40 años después y nuestra altura es la misma que siempre (algunos aún miden más tal vez); ahora, en fin, que volvemos a la realidad, quizás conviene reflexionar por qué la afición de este equipo “Unique in the World” es tan especial.

Capaz de inundar un estadio y sus inmediaciones a 860 km de su villa natal y cinco días después las dos márgenes de la ría -esa espina dorsal de Bilbao, auténtica conexión sociocultural entre la ciudadanía vizcaína- para expresar, por qué no decirlo, un sentimiento universal nacido de lo local, en palabras de Unamuno, “unidos en 'bilbainía', porque el mundo no es más que un Bilbao más grande”...

La Gabarra Athletic pasa por delante del conocido como  Edificio Soñar de Bilbao (Foto: Athletic Club).

Ahora, cabe preguntarse de dónde surge todo este entusiasmo único, que une a personas de todas partes -se acercó a la celebración gente de España y de Europa, incluso de América...cualquiera que tuviera un vínculo emocional fuerte con la familia zurigorri- en una cohesión social nunca vista, por lo menos no desde hace cuatro décadas. Ni política, ni arte, ni religión… nada ha unido tanto. Si tuviéramos que sintetizar todo esto es dos palabras, creo que estas serían: “espíritu olímpico.”

Ahora, si repensamos bien la filosofía del Athletic (por la que, según la página web del Club, “pueden jugar en sus filas los jugadores que se han hecho en la propia cantera... y los formados en clubes que engloba a las siguientes demarcaciones territoriales: Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Behera”, es decir, las regiones históricas con identidad vasca) resulta que es olímpica desde hace 125 años.

Los hermanos Iñaki y Nico Williams se abrazan en el partido ante el Atlético, de la semifinal de Copa, disputado en San Mamés (Foto: Athletic Club).

Alerta antixenófobos al interpretar la Filosofía del Athletic

Una idiosincrasia que acepta (por si hay lectores con tentación xenófoba) desde jugadores de origen anglogermánico a finales del siglo XIX, como a vasco-africanos del XXI pasando por nacidos en Venezuela, Brasil o La Rioja en el siglo XX. Se han formado en estas tierras. Born or bred. Por tanto, juegan como locales. Es lo natural. Lo extraño, en este sentido, es reclutar a estrellas de cualquier parte del mundo sólo por el hecho de crear espectáculo (a veces) y, sobre todo, por y para ganar. En este momento muchas personas que me leen pensarán “qué pensamiento caduco”. No. Espera.

Ahora, déjame decirte algo. Comentaba el gran escritor Luis Landero en una entrevista que “los clásicos son la vanguardia”. Siempre permanecen… como el Athletic en Primera División.

Este modo de sentir el juego hunde sus raíces en la Antigua Grecia. Sí, me refiero a las Olimpiadas. Todas las personas que aman el deporte, las valoran como la máxima expresión del mismo: el evento internacional donde cada equipo, con su identidad autóctona, defiende sus colores -cualesquiera que estos sean- a través de cada deportista convocado a competir.

Ninguna selección, sea esta paraguaya, belga o australiana, comienza a nacionalizar a atletas de otros países de manera indiscriminada para poder ganar más y más medallas.

La grada de La Catedral a tope, para el reciente partido ante el Villarreal en San Mamés (Foto: Athletic Club).

Eso se sentiría como fraude. Un doping identitario. Cada cual lucha con lo que tiene. Como cada “polis” griega en la antigüedad. Y eso ocurre, con los pertinentes cambios históricos, desde hace dos mil setecientos setenta y pico años. Y va a ocurrir en las Olimpíadas de París este verano. Y todo el planeta lo celebrará como algo grandioso. La deportividad en estado puro.

Ahora es un buen momento para reivindicar y comprender todo esto. Pero es curioso que los Mass Media (vaya usted a saber por qué) no hagan hincapié en el mérito que esto conlleva en el Athletic. Su valor añadido es único en las Ligas de fútbol actuales y lo mínimo que se puede pedir es que el periodismo deportivo lo comente más a menudo. Nadie pide alfombra roja.

La Gabarra Athletic navegaba el 11 de abril por la Ría de Bilbao festejando la Copa de los leones (Foto: Athletic Club).

Pero sí (si existiera la objetividad en la prensa actual) que se aplauda en su justa medida. Tal vez el no hacerlo implique cierta incomodidad de algunos grupos mediáticos en publicitar un modelo deportivo clásico, ajeno al mercadeo y espectáculo audiovisual fácil, cuando en el fondo el Athletic es minimalismo puro. La vanguardia del 11 contra 11 en el football – quizás no en el Fútbol S.A.

Ahora y siempre, consciente o no de todo esto, la afición rojiblanca sabe esperar. “Aritz zarraren enborrak loratu dau orbel barria”, como hemos cantado con el himno tantas veces – acaso sin darnos cuenta. Roble viejo con hoja nueva.  Identidad colectiva que es la que es y da lo que da. A veces se gana y otras se pierde. Pero defender el espíritu olímpico hoy día y a contracorriente no sólo cada cuatro años, como las Olimpiadas, sino cada semana, es toda una victoria a pesar del resultado final. Y eso siempre es digno de medalla.

• Por Miguel Suaña, filólogo y escritor

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  1. José Manuel Gómez

    Totalmente de acuerdo Miguel. Por todo lo enunciado, LLORAMOS (creo que casi todos) los que estuvimos viendo el partido (unos en La Cartuja y otros donde les cuadró). Fue la máxima expresión del espíritu ATHLETICZALE. Sigue así Miguel.