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El derbi moscovita, máxima seguridad, mucha nieve y pocos ultras

Ignacio Ortega,Moscú, 5 mar (EFE).- Un derbi moscovita entre el Lokomotiv y el Spartak es lo más parecido a un estado de excepción. La amenaza ultra merece todo tipo de precauciones. Miles de policías y efectivos antidisturbios toman el noreste de la ciudad horas antes del inicio del partido.,"Tenías que venir a un partido entre el Spartak y el CSKA. ¡Ahí sí hay policías!", comentó a Efe Yelena Grigoriévskaya, periodista de "Sport-Express", el principal diario deportivo de Rusia.,El dispositivoIgnacio Ortega
Moscú, 5 mar .- Un derbi moscovita entre el Lokomotiv y el Spartak es lo más parecido a un estado de excepción. La amenaza ultra merece todo tipo de precauciones. Miles de policías y efectivos antidisturbios toman el noreste de la ciudad horas antes del inicio del partido.
"Tenías que venir a un partido entre el Spartak y el CSKA. ¡Ahí sí hay policías!", comentó a Efe Yelena Grigoriévskaya, periodista de "Sport-Express", el principal diario deportivo de Rusia.
El dispositivo policial comienza en el metro, donde policías con cascos, porras y perros están apostados a lo largo del andén de la estación Komsomólskaya que conecta con la línea roja que lleva al espectador al estadio del Lokomotiv (Cherkízovskaya).
Tras abandonar los vagones los seguidores de ambos equipos entonan sus tradicionales cánticos ante la atenta mirada de la policía, que les espera al final de la escalera mecánica, donde cachea a los que llevan mochilas o paquetes.
Ni rastro de los violentos ultras rusos, que se labraron en la Eurocopa de Francia la fama de ser los nuevo hooligan.
"Antes había broncas en los estadios, pero ahora es rarísimo. Los ultras se van fuera de la ciudad, quedan en algún bosque y ajustan cuentas. Para ellos es como un deporte", señaló a Efe Konstantín Yevgráfov, redactor de una web de fútbol.
Una vez que abandona la boca de metro el aficionado se topa con un par de centenares de jóvenes policías barbilampiños ataviados con gorros de piel, largos abrigos y valenki (botas de fieltro), el mejor calzado para soportar las bajas temperaturas.
Estos forman un amable corredor que conduce a los seguidores de ambos equipos hasta las entradas al estadio del Lokomotiv, rival del Atlético de Madrid en los octavos de final de la Liga Europa.
Esta es la infantería, pero según uno se acerca a las verjas que rodean el estadio aparece la caballería y los malencarados OMON (Fuerzas Especiales), es decir, las fuerzas antidisturbios rusas.
Robustos es decir poco. Hombres de 1,90, chalecos antibalas, protección especial en brazos y rodillas, largas porras y mirada desafiante.
"La policía actúa con mucha dureza con los ultras, por lo que desde hace años apenas hay incidentes y no hay ningún peligro de choques violentos entre aficiones", comentó Alexandr Ógulev, redactor de la agencia RIA Nóvosti.
Acostumbrados a actuar en caso de manifestaciones antigubernamentales, los OMON entran en acción sólo en caso de necesidad, es decir, altercados o enfrentamientos violentos entre seguidores de ambos equipos.
Es difícil imaginar que eso ocurra cuando por cada cinco aficionados hay un policía desplegado, dispositivo que se refuerza en caso de partidos internacionales.
A diferencia de muchos lugares de Europa, en las inmediaciones de los estadios en Rusia está prohibido vender botellas de vidrio.
La seguridad se relaja cuando uno entra en el recinto del estadio y se encuentra de bruces con la gran locomotora que da nombre al club, que lidera la liga rusa con ocho puntos de ventaja sobre sus perseguidores: Zenit y Spartak.
"Los aficionados del Atlético de Madrid pueden venir tranquilamente. No tienen motivo para tener miedo. A los extranjeros los tratamos mejor que los propios rusos. Además, a las autoridades no les convienen incidentes en vísperas del Mundial", insiste Ógulev.
El partido sólo es apto para valientes. Ventisca, incesante nieve y diez grados bajo cero. Quizás por eso, pese a ser un derbi, el estadio no se llena. Sólo dos tercios de entrada (21.000 de un total de 28.000 asientos).
La mayoría de aficionados ni se sienta, ya que en un día tan desapacible está prohibido sentarse, además de que los asientos están cubiertos de nieve.
En cambio, un grupo de 50 animadoras con chaqueta de cuero y sin gorro cruza todo el campo para entrar en calor y levantar el ánimo de los presentes. Lo logran a medias, ya que el frío es insoportable.
El campo está helado. Los futbolistas corren y se esfuerzan, pero es imposible dar un pase a derechas. El resultado era previsible, empate sin goles.
Los seguidores más fieles del Lokomotiv saltan para animar y para combatir el frío, y el resto del estadio les imita.
"Avanza la locomotora (Lokomotiv). ¡Déjadle pasar!", corean.
Le responden los aficionados del Spartak, muy numerosos, pese a la decepción que supuso la eliminación del equipo ante el Athletic de Bilbao en los dieciseisavos de final de la Liga Europa, partido de vuelta que estuvo precedido por violentos incidentes.
Con todo, este partido es una fiesta, aficionados con bufandas y gorros verdes del Lokomotiv y rojos del Spartak están sentados unos junto a otros sin mayores problemas.
El único incidente reseñable fue que el presidente del Lokomotiv, Iliá Guerkus, prohibió a los aficionados del Spartak desplegar una gran pancarta en su fondo, aunque el desencuentro no fue a mayores.

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