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Rodrigo Hernando, el 'resucitador' del Peña Sport

D. Marín

Rodrigo Hernando vive en Azagra, un pequeño pueblo de 3.000 habitantes. Todos los días toma el coche y recorre los 43 kilómetros de ida y vuelta que separan la villa navarra de Tafalla, municipio algo más conocido porque allí juega el Peña Sport, modestísimo equipo del Grupo II de Segunda División B. Hernando, burgalés de nacimiento pero malagueño y rinconero de adopción y sentimiento, es desde hace un par de meses su entrenador y está obrando un milagro en el que pocos creían. Llegó en la jornada 11 con el conjunto hundido en la tabla y 0 puntos en el casillero y ahora acumula seis partidos sin perder (12 puntos de 18) y el Peña Sport ha abandonado el farolillo rojo. La permanencia en Tafalla ya no es una quimera. Rodrigo Hernando, uno de tantos obreros anónimos del fútbol obviado, ha resucitado al equipo.

“Desde que llegué hemos cambiado bastante, ahora hemos cogido una buena dinámica, puntuando no sólo con los de abajo, sino también con gente de arriba, algo bastante positivo para refrendar lo que estábamos haciendo”, señala orgulloso Hernando, de sólo 35 años y consciente de la dificultad que entraña el Grupo II, con aguerridos conjuntos norteños, muchos clásicos y potentes filiales. “Nosotros somos un equipo amateur, de Tercera División, compitiendo en Segunda B. Entrenamos por las tardes-noches porque todos trabajan y tenemos poco dinero para convencer a jugadores, pero estoy muy contento con la plantilla, son gente de la zona con ganas e ilusión”, relata.

Somos un equipos amateur, de Tercera División, compitiendo en Segunda B

El Peña Sport de Tafalla es el claro ejemplo de la modestia en Segunda B. Es el fútbol de barro en la categoría de bronce, pero, como El Palo en su día por citar un ejemplo cercano, el Peña Sport encuentra en sus vínculos y en su fe un motivo para gestar sus objetivos con la paciencia del que modela arcilla: “El trabajo fue al principio convencer a los jugadores de que si estaban en Segunda B es porque se lo habían ganado, muchos eran debutantes. Hicimos un trabajo psicológico. Podían ser capaces de poder competir contra cualquiera. A partir de ahí empezaron a crecer y a creer”.
El Peña Sport es ahora penúltimo, con 13 puntos y a todavía siete de la salvación, pero no está ni mucho menos muerto. “Si ganamos o empatamos este fin de semana en Irún, igualaremos la mejor racha histórica del equipo en Segunda B. Es una motivación más”, calcula Hernando, consciente de la importancia de poner picas en cada una de las pequeñas metas marcadas para lograr un objetivo que hace dos meses pareciera imposible: “La gente está súper contenta porque se ha recuperado la ilusión, que era una de las cosas que me pidieron”.

Curtido en La Academia del Málaga

Rodrigo Hernando goza de una amplia preparación académica y antes de llegar al Peña Sport emigró para buscarse las habichuelas en Dubai, Mongolia o Portugal, donde el año pasado fue segundo entrenador del Estoril, de Primera División. Estuve muchos años en el extranjero, pero fui padre este verano y queríamos disfrutar al niño con la familia. Busqué opciones de volver y la oportunidad se hizo aquí porque mi mujer es de aquí, venía de vacaciones, hice contactos y algunos de ellos me dijeron que podía venir. La mayor culpable es mi mujer”, explica.
Sus inicios fueron en el Málaga, el club de la ciudad de la que se siente y a la que llegó para quedarse con tres años por el traslado de su padre. Militó cuatro temporadas en La Academia, tres de ellas como entrenador del equipo infantil. Por eso sigue muy de cerca la actualidad blanquiazul:Guardo muchos amigos, socios… Hablo con ellos, la etapa es un poco convulsa. A la afición no se le puede pedir nada, he salido fuera y te encuentras con muy pocas aficiones así. Son un tesoro. Hay que buscar más soluciones que culpables desde el club”.

La afición del Málaga es un tesoro, hay que buscar desde el club más soluciones que culpables

Y en esas anda Hernando, coche para arriba y coche para bajo, persiguiendo retos colectivos con el Peña Sport de Tafalla y también objetivos profesionales como el de “estabilizarse en el fútbol y tener una regularidad en este mundo tan complicado”. “Sueño con poder dedicarme a esto, seguir subiendo peldaños y llegar a lo más alto posible”, reflexiona en voz alta Hernando, el malagueño que está resucitando al Peña Sport de Tafalla.

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