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Un acuerdo entre Juanlu Sánchez y Antonio Cordón

Juanlu, en el Sevilla-Las Palmas.. Kiko Hurtado
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SevillaEl adiós de Juanlu Sánchez en el Sevilla se está alargando mucho más de lo esperado. Hace ya semanas fue cuando se presentaron varios miembros del Nápoles para, cara a cara, conversar con el club hispalense y hace ya unos días de la vivida reunión entre los agentes del jugador y Antonio Cordón. Las charlas no han cambiado, en demasía, el escenario y ahora se busca un punto de encuentro entre los intereses del jugador y los de la entidad para cerrar un culebrón eterno. Todos prometieron no hacerse daño. Cuando finalizó la temporada, tanto el Sevilla, por necesidades económicas, como Juanlu Sánchez, por situación deportiva, entendían que sus caminos tenían que separarse. Tras rechazar varias ofertas, el lateral sabía que este verano sería clave en su carrera y tras varios meses negociando con el Nápoles, con los que tiene un preacuerdo cerrado desde hace muchas semanas, entendía que era la oportunidad idónea.

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Juanlu Sánchez, sevillista de cuna, dejó claro siempre a sus agentes y al propio Sevilla que su salida debía ser amistosa, que no presionaría ni forzaría, que acompañaría al club en cualquier decisión. Su paciencia, sin embargo, podría agotarse. Porque este jueves noche conocíamos que el Sevilla, con argumentos Premier, volvía a rechazar una nueva oferta del Nápoles, esta vez de 17 millones de euros sin primas. En Nervión, donde tienen varias ofertas más (Wolves y Forest siguen pujando), creen que los italianos aún pueden empujar más y le piden al chico un poco más de paciencia. Nadie quiere romper su palabra. En el Sevilla entienden, a la perfección, las preferencias de Juanlu Sánchez y el jugador entiende, de sobra, la situación del equipo de su vida, pero todos saben que, antes o después, deberán llegar a un punto medio en el que todos salgan satisfechos. Parece cuestión de tiempo. En Italia nadie esconde que lo lógico es que el Nápoles, después de todo, vuelva a pujar. Los extremos nunca fueron buenos y como bien se sabe, la virtud acaba estando en el centro, ese centro que todos buscan pero que, de momento, aún no se ha encontrado.