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Don’t Stop, Girlypop! – Pistolas fucsia cargadas de 'brilli-brilli' en un shooter frenético

Don’t Stop, Girlypop!
Periodista. Músico. Padre. Gamer.

Si mezclamos la estética 'Y2K' más exagerada (repleta de brillos, corazones, móviles con tapa y rosa chicle) con un shooter de velocidad endiablada y mecánicas hardcore dignas de los boomer shooters más puros, el resultado es Don’t Stop, Girlypop!. Este insólito y electrizante título, desarrollado por el estudio independiente australiano Funny Fintan Softworks y publicado por Kwalee, llegará a PC a través de Steam el 29 de enero de 2026. Pero quienes no puedan esperar, ya tienen disponible una demo gratuita que está cosechando valoraciones “Muy positivas” en la plataforma de Valve.

Más que un shooter, Don’t Stop, Girlypop! es una declaración de intenciones: aquí no se viene a cubrirse tras muros grises, sino a moverse sin parar, disparar con estilo y liberar amor, literalmente, por cada enemigo derrotado. Un viaje adrenalínico entre purpurina, estética kitsch y combates a la velocidad de la luz.

Velocidad, estilo y brilli-brilli: así es su propuesta jugable

En Don’t Stop, Girlypop! quedarse quieto no es solo desaconsejable: es directamente suicida. El juego basa toda su mecánica en el movimiento constante. Cuanto más rápido nos desplacemos, más daño infligiremos y más nos curaremos. Esta relación directa entre velocidad y eficacia convierte cada partida en una danza vertiginosa entre plataformas, con mecánicas como el "wave hopping", que combina saltos dobles, dashes y aplastamientos aéreos para mantenernos en un flujo de acción continuo.

El juego propone un sistema de combate profundo y muy dinámico, donde las armas tienen disparos alternativos que pueden combinarse para generar efectos devastadores. La idea es lograr una “puntuación de Amor” elevada, lo que nos acerca al rol definitivo de "Cupido de la muerte". Porque sí, en este universo, el amor se libera a base de cañonazos.

La advertencia sobre ataques epilépticos nunca fue tan necesaria

El argumento no se queda atrás en cuanto a exuberancia. La historia gira en torno a la malvada corporación minera Tigris Nix, empeñada en absorber “El Amor”, una fuerza vital que mantiene con vida el planeta donde se desarrolla la acción. Nuestra misión será acabar con sus drones robóticos y restaurar la armonía de la “Oasis”, devolviendo el amor al entorno con cada disparo.

Don’t Stop, Girlypop!

Este enfoque narrativo no solo refuerza el tono camp del juego, sino que también ofrece una crítica satírica al extractivismo corporativo. El mensaje está claro: no se trata solo de sobrevivir, sino de combatir el capitalismo con amor… y con metralletas adornadas con lazos.

Uno de los aspectos más destacados del título es su sistema de personalización. Podremos decorar nuestras armas y brazos con telas, estampados brillantes, cromo rosa e incluso añadir mariposas a los cañones. ¿Una metralleta en acabado de leopardo rosa? Por supuesto. ¿Un atuendo de mezclilla quíntuple? También. La extravagancia estética es parte central del encanto del juego, y no se trata solo de cosmética: aquí, el estilo también mata.

Una demo que deslumbra en todos los sentidos

La demo de Steam incluye seis niveles de juego, tres armas únicas y un simpático compañero digital en forma de dinosaurio que nos acompaña mientras dominamos el sistema de combate. Aunque su curva de aprendizaje puede parecer abrumadora al principio, especialmente para quienes no están habituados a shooters de alta velocidad, todo es practicar. Quienes han probado la demo destacan su intensidad y el aprendizaje progresivo de las mecánicas, además de lo adictivo de su estilo visual y musical.

Don’t Stop, Girlypop!

Los desarrolladores han dejado claro que Don’t Stop, Girlypop! es un homenaje a dos mundos estéticos muy distintos, pero igualmente icónicos: los shooters de los 90 como Doom o Wolfenstein, y el universo girlypop de principios de los 2000, con todo lo que ello implica: glitter, tonos pastel, cultura pop femenina y un desparpajo que se refleja en cada detalle del juego.

Este híbrido estético brilla con luz propia. Y lo que en manos menos hábiles podría parecer una parodia, aquí se convierte en un homenaje lúdico, ingenioso y tremendamente divertido.

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