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A partir de ahora "El Grito" es de Warholm

Como buen noruego, Karsten Warholm debe de tener grabada a fuego en la memoria el famoso cuadro "El Grito" de su ilustre compatriota Edvard Munch, cuya repercusión mediática contrasta con la pobreza de su autor en vida.Cuando pintó varias veces aquél inquietante cuadro, Munch no pudo imaginar que 120 años después la imagen serviría también para expresar la sorpresa de un joven atleta noruego que en sólo tres semanas ha pasado de ser campeón de Europa sub-23 a campeón del mundo de 400 metros vallas.
Su carrera trepidante, atacando ya por delante el primero de los diez obstáculos que se interponían en su camino hacia la victoria, cautivó a los aficionados y dibujó en su rostro, con las manos en las mejillas y los ojos desorbitados, como en "El Grito", un gesto de sorpresa, en lugar de la angustia que refleja el cuadro.
"Gracias, Londres. No puedo creerlo. No sé lo que he hecho, es una sensación maravillosa. Soy campeón del mundo, es una cosa de locos", acertó a decir a pie de pista.
Había batido al cubano-turco Yasmani Copello, campeón de Europa, y a todo un campeón mundial y olímpico, el estadounidense Kerron Clement.
Fue una sabia decisión, cuando Warholm decidió abandonar el decatlón, que le había dado una medalla de plata en los Europeos júnior de 2015. "El decatlón me dio una buena base para venir a las vallas. Todo el mérito está en mi entrenador, que me ha convertido en un vallista de clase mundial", comentó con humildad.
Warholm celebró su victoria en plena pista calzándose un casco vikingo. "Me lo entregaron en la grada y me venía bien. Me pareció apropiado para la ocasión. Hacía frío y llovía, como en Noruega, así que me vino muy bien", explicó el nuevo campeón mundial.
Era la primera medalla de oro para Noruega en unos Mundiales desde hace 30 años, cuando Ingrid Kristiansen ganó el título de 10.000 metros en la segunda edición de los campeonatos, Roma'87.

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