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El instinto de gato del maratonista Richer Pérez

Richer Pérez, el campeón de maratón de los Juegos Panamericanos de Toronto (Canadá), es un atleta con un desarrollado instinto de gato que va por el mundo sin miedo a la muerte porque siempre habrá una vida adicional a la cual acudir.Gustavo Borges
"Mi verdadera especialidad es luchar contra las adversidades", asegura el corredor de 29 años, una especie de pariente pobre de la delegación cubana en Toronto, al que incluyeron a última hora en el equipo, no lo dejaron viajar con su entrenador y ninguno de sus compañeros vino a apoyar mientras corría este sábado.
Nadie tiene nada contra él, pero se dedica a una disciplina que los directivos aprecian poco en Cuba y como consecuencia ponen a sus practicantes a morderse la cola. No los llevan a los maratones rápidos porque no tienen buenos tiempos y no tienen buenos tiempos porque no los llevan a los maratones rápidos.
"Si me dieran oportunidad de correr uno de los grandes como Rotterdam o París, mi marca personal iba a bajar mucho porque son carreras con clima fresco y circuitos agradables, no como el de Toronto con muchas lomas", asegura.
Richer posee una fuerza de mente casi animal y una gran capacidad de autocontrol. Solo así pudo resistir la soledad cuando lo castigaron poco más de dos años por gastarse el premio de 300 dólares que ganó en una competencia internacional en vez de dárselo a las autoridades como exigía una antigua ley en Cuba.
"Fue aquella una etapa dura, entre 2008 y 2010, en la que no podía competir, sin embargo regresé y a los 29 años me siento con mucho por mejorar", expresa.
En la delegación cubana lo ven como un tipo raro, que practica la religión cristiana y hoy apuntó un mensaje de la biblia en la parte trasera de su dorsal. Tiene fama de rebelde, pero su entrenador Ángel Rodríguez lo considera un niño grande que solo necesita ser escuchado.
"Ángel debía viajar conmigo a las competencias; tenemos una relación muy estrecha y es quien me da seguridad. Antes de salir de Cuba me dijo que nadie iba a bajar de 2:15 en los Panamericanos y trazamos el plan de carrera de acuerdo con eso", comentó.
Hoy media hora antes de la competencia Richer parecía un estudiante minutos antes de entrar a su examen de grado. Leía los parciales que le sugirió el entrenador y se los grababa en la mente para no olvidar cómo correr sin acumular cansancio en exceso.
"Corrí con los números en la mente, pero no los cumplí porque la carrera salió lenta, además al final me empezaron contracciones musculares", dice.
Habla de Jesucristo a cada momento, pero a la hora de correr su amor al prójimo tiene límites. Este sábado en el kilómetro 35, cuando se había escapado junto al peruano Raúl Pacheco, el rival le propuso turnarse en la punta y que luego ganara el mejor, pero Pérez se negó a firmar el pacto de no agresión.
"Yo tengo el final fuerte y no me convenía firmar pactos. Pacheco es un gran deportista pero el maratón es un deporte individual", dice, y da a entender que su instinto de gato implica marcar su territorio.

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