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Alcohólicos anónimos

Juan Carlos Aragón

Hay muchas enfermedades mortales. Unas tienen peor final que otras aún. Hace siglos que muchas enfermedades eran un tabú. Por el desprestigio social y económico del que la padecía, por su origen o por lo tremendo de su final. A medida que muchas de estas enfermedades se fueron curando, aparecieron otras que sustituyeron su lamentable estigma social.

Afortunadamente, el cáncer es el que mayor carga de tabú ha perdido debido a sus posibilidades reales de curación cada vez mayores. Pero la peste, la lepra, la tuberculosis y –en el último siglo- el sida, tuvieron que bregar no solo con lo terrible de la enfermedad sino con el desprecio del gentío. Hermanos que somos los unos de los otros, por los cojones, cuando el más pintado pronto también se convertía en víctima de la terrible enfermedad que tanto despreció. Cosas que tiene la vida cuando se escupe hace arriba (una de las formas más comunes de escupir).
Pero si el cielo está hoy día lleno de escupitajos es especialmente por el alcoholismo como enfermedad, desde el momento en que aún una inmensa mayoría de paganos no la acepta como tal, ni aunque la padezca, ni aunque conviva con ella en la misma casa. Todavía hay carajotes que están convencidos que el alcoholismo en un vicio, una irresponsabilidad o un defecto de carácter. Y que el sufrimiento que genera al paciente y al entorno es porque el alcohólico es un hijo de puta.
Cuando en 1935 Bill Wilson fundo en Akron Alcohólicos Anónimos, salvo a cientos de millones de vidas en todo el mundo. Pero hay muchos apóstoles de la paz que ni si quiera saben quién coño es ése. Y van a misa y todo. Y lo hizo sin dinero y sin poder: ¿difícil eso en un ser humano, eh? Hubo que esperar hasta 1973 para que lo admitiese al fin como enfermedad lenta, progresiva y mortal. Pero la mayoría de la gente ni por eso lo acepta. Hay que ser bestia para discutirle a la máxima organización médica mundial qué es y qué no es una enfermedad. Pero, vaya, que también hay gente que afirma aún que dios existe, y se queda tan fresca.
Celebro la sensibilidad social y económica que se está desarrollando con las enfermedades raras. Pero jode que una tan común siga siendo tan ignorada. Y los motivos son dos: el estigma social, uno, el económico otro. El hachís no mata a todo el que lo consume, pero no se legaliza porque los Estados que se atreviesen tendrían graves problemas con las mafias que lo controlan. Evidentemente, el alcohol tampoco mata a todo el que lo consume. Pero es innegable que es la primera causa en occidente de muerte y desórdenes públicos, junto al tabaco (la muerte, el desorden no tanto). Pero las mafias de Estado no van a renunciar a sus pérdidas, y lo de las campaña más responsable de su consumo es la mayor expresión de cinismo que he visto en tema de drogas duras. El alcohol es la causa directa de las muerte prematuras por infarto, cáncer, accidentes de tráfico y violencia de género, tanto en los no “saben beber” como en los que “saben”. Lo cementerios del mundo está hasta arriba de “excelentes bebedores”, la mayoría de los cuales creían que cuando bebían se ponían más alegres y simpáticos (se lo creían ellos, claro).
Por último, el colectivo sanitario tiene una responsabilidad muy fuerte en todo esto, tanto en lo moral como en lo profesional. Dicho en plata: la inmensa mayoría no tiene ni puta idea del asunto (salvo honrosísimas excepciones). El asunto en cuestión no es ni más ni menos que es la primera causa del mundo en muertes directas e indirectas. Y lo peor. No la tienen porque no quieren.
¿Del alcohol se sale? Digamos que se puede salir si el estado no es muy avanzado. Yo he visto de todo. Pero obsérvese que los grupos de alcohólicos necesitan mantener su anonimato, para evitar el estigma social. Sin tal estigma, el número de los que se salvaban subía por millones. Los alcohólicos se salvan solo entre ellos (los que se salvan). La mayoría no habla ni con sus médicos, porque es absolutamente descorazonador de la ignorancia voluntaria de la que hacen gala (salvo excepciones que se cuentan con los dedos de la manos). Esto es muy fuerte. Yo siempre lo resumo con un ejemplo: cuando en un bar ven a un pobre gastándose en una máquina el dinero que le hace falta para su familia, los listos del bar de claman “hijo de puta, con el dinero que le hará falta a su familia”. Que un día no te toque a ti, bestia, que nadie está libre de nada en esta vida.
                                                                                                                                                                                           JUAN CARLOS ARAGÓN.

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  1. BORRACHITO APALEAO

    FELICIDADES PICHITA POR FIN TE RECUPERASTE PERO NO JODAS,DEJA QUE AHORA LOS DEMAS TAMBIEN NOS METAMOS LO NUESTRO.CUANDO CUMPLAMOS 50 IREMOS A A.A.