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Es Noticia

Todo es de color

Juan Carlos Aragón

Dice un refrán: "No trabajan poco los maestros…". Y razón no le falta. Los que trabajan son los alumnos. A excepción hecha de los profesores de filosofía, que solo con hacerles ver que la cabeza puede servirles también para pensar, ya tenemos el sueldo ganado. Aunque confieso que apenas lo conseguimos. La mayoría de los que piensan, piensan como en los libros de texto, que no sé qué es peor. Las grandes preguntas que hacen los niños, las que nos dejan turulatos por su inocente grandeza, por su ingenua lucidez, las de respuesta imposible, desaparecen a medida que avanza el adoctrinamiento académico. Así, cuando llegan a bachillerato, ya están "convencidos" de que Dios existe, que el hombre es libre y que la democracia es el gobierno del pueblo. Y ya no hay remedio. Por eso yo no trabajo. En clase me dedico a explicarles el compromiso existencial del fútbol y la función social de la comparsa. Y al carajo. Como en el sistema público de enseñanza da igual enseñar que mentir al compás de sus libros (cobramos lo mismo), se trata de soportar los días hasta que llegan las vacaciones.

Y han llegado. Desde el 30 de junio he vuelto a comprobar que la vida es maravillosa, aunque, días antes, el ascenso del Cádiz ya me lo había insinuado. Soy feliz. No me despierto ni una vez en toda la noche. En concreto, la del 30 al 1 dormí 10 horas. No temo a la muerte. Mi novela es una obra de arte. La comparsa ni te cuento. El pasodoble de la chirigota parece que lo ha hecho Paco en pijama. Mi mujer no es más guapa porque no puede, ni más buena porque yo no la dejo. Mi hijo está a un paso de las 7 virtudes. Tengo unos padres que no me los merezco. Vuelvo a proclamar la independencia de la Tacita de Plata. Hasta me ha querido parecer que mi vecino del segundo me da los buenos días, el muy cabrón. Y eso es por algo.
Cuando alguien me dice que "los maestros no trabajamos" yo le digo que se meta a maestro, que yo no me meto a militar porque no me da la gana pelarme —y porque a mis enemigos los escojo yo—. Si no, me metería y trabajaría menos aún. O de cura. Con poder espiritual y con un jefe que lo perdona todo. Si no fuera por Luisa estaba ya en el Monasterio de Silos. Desde Meslier hasta Rouco Varela, en la Iglesia cabe cualquier ateo. Pero en definitiva, se trata de vivir sin trabajar, o de trabajar como si estuvieras de vacaciones. El objetivo de un gobierno, por tanto, no debe ser el pleno empleo, sino la plena vacación. Lejos de ahí, el tamaño de la miseria social impide una vida con sentido.
Esto no es una broma. De mis paisanos aprendo a diario que ser feliz es un trabajo en toda regla, que —como dije en Los Inmortales— "llevar una vida pa’lante es oficio de héroes". Y ser feliz, como oficio, es el mejor remunerado. Cuando leí que Costa Rica era el país con el índice de felicidad más alto del mundo, me mosqueé: "otra vez marginando a Cádiz en las encuestas". O será que esta costa rica está dentro del reino de una meseta pobre, y así el coeficiente global de felicidad baja también para nosotros. Aunque el resto del país tampoco anda mal dotado de felicidad. De muestra, convertir el Congreso en un circo es síntoma de una concepción payasa de la vida, en la que el espectáculo y la risa priman sobre cualquier visión puritana de sociedad. Eso de que el trabajo dignifica al hombre es la mentira peor contada y mejor creída que el Poder nos ha colado. El trabajo no dignifica ni al que trabaja ni al que se lucra con el beneficios del trabajo de otros, sino todo lo contrario. La dignidad humana consiste en vivir una vida que no hemos elegido y, aún así, ser felices. Eso es dignidad. Lo demás esclavitud.
Es más. He decidido alargar las vacaciones. Es la primera vez que estoy deseando que llegue septiembre para no ir. En septiembre haré como hacen muchos de mis paisanos: trabajar en la búsqueda de la felicidad que, al fin y al cabo, es la principal aspiración del ser racional. Y aún preguntarás que cómo. Con una ciudad como La Tacita, una comparsa como la que estoy haciendo y un equipo en la Liga2 (vistiendo con Adidas), esas cosas no se preguntan. Y para comer, ¿habéis probado los besos?
JUAN CARLOS ARAGÓN

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  1. Breca

    Uvas con queso saben a besos.

  2. Breca

    Uvas con queso saben a besos.