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Es Noticia

Adiós, egoísta

Ángel en un entrenamiento este curso (Foto: Dani Marzo).
Jorge Oto

La descomunal metedura de pata de Ángel evidencia uno de los grandes males del Real Zaragoza de los últimos años. Tanto en el club como en el equipo ha imperado el egoísmo, a pesar de los ímprobos esfuerzos por trasladar a la opinión pública la imagen de unidad y corporativismo. No es nuevo. En realidad, un vestuario es una reunión de egos que comparten unos cuantos metros cuadrados y poco más.

Viene siendo así desde siempre. La cuestión es saber manejarlos y ponerlos al servicio del grupo. Una tarea tan importante como compleja que requiere, sobre todo, de capacidad gestora. Arriba y abajo. Por el entrenador de turno y por la cúpula directiva. 
Pero el Zaragoza hace tiempo que no domina estas habilidades. Es difícil hacerlo con tamaño trasiego de entrenadores en los últimos años y cuando los directores deportivos también van desfilando uno tras otro. En el club se suceden los mensajes de falta de confianza y se busca más la autoprotección que el bien grupal. Y esos mensajes ególatras no ayudan a un vestuario en el que habitan vanidades peligrosas.
La paradoja es que esas palabras merecedoras de un despido procedentes, pertenecen a uno de los dos o tres únicos futbolistas de la plantilla que han aprobado el curso. No se le puede negar a Ángel capacidad de sacrificio, esfuerzo y lucha. Y el sentir general pregona que, sin su veintena de goles, el Zaragoza estaría con los dos pies en la tumba. O no, quién sabe.
El caso es que esas palabras expresadas en confianza en un medio canario en las que firmaba perder el sábado ante el Tenerife con dos goles suyos para, así, lograr convertirse en el máximo goleador de la temporada, advierten lo que realmente es: un jugador de fútbol egoísta, incapaz de medir la trascendencia de una afirmación de tal calibre. Y, sobre todo, un jugador de fútbol indigno del Real Zaragoza.

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