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Crítica de Ant-Man y la Avispa

Marvel Films, como siempre midiendo cada paso con escuadra y cartabón, remata su oferta de cine en 2018 con la propuesta más ligera –no por eso inferior– de las que ha ofrecido este año, y sabiendo que tras el final de Vengadores: Infinity War (Joe & Anthony Russo) las perspectivas de una buena taquilla eran más que probables. Y así lo está siendo con esta notable Ant-Man y la Avispa (Peyton Reed), que proporciona casi dos horas de puro entretenimiento sin descuadrar el resto de historias del MCU. De nuevo, es todo un cálculo, pero uno hecho con contagioso placer.

Y es que Ant-Man (Peyton Reed, 2015) tuvo la complicada tarea de seguir a Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014) dentro del cambio de parecer narrativo que Marvel experimentó hace unos años, abriendo la puerta a la comedia para que afecte cada propuesta desde entonces. Y cumplió la tarea a la perfección, convirtiéndose en un producto destacable dentro del MCU. Su secuela es inferior, pero igualmente refrescante en su falta de pretensiones y sus elementales reivindicaciones de la importancia de la familia.

El problema es que, una vez deja claras sus cartas, Ant-Man y la Avispa no puede escapar de la “secuelitis” de manual. El humor está tan presente que acaba por agotar, hay una acumulación de obstáculos en el tercer acto, los trucos con los tamaños ya no sorprenden tanto y su acción y empaque visual son genéricos a más no poder. Hasta cuesta distinguir la banda sonora de Christophe Beck de los descartes de cualquier otro filme del MCU.

Y aun así funciona porque, contagiado de la mirada cada vez más “progresista” de sus creativos, aquí tenemos una superheroína (una excelente Evangeline Lilly como La Avispa) y una antagonista sin un trato especial por razón de género –lo cual hace que destaquen más–, un recurso a las emociones elemental y efectivo, el carisma de Paul Rudd y la solvencia de Michael Douglas y Laurence Fishburne. La prueba de fuego de la eficacia de Ant-Man y la Avispa reside en si uno se angustia en esos momentos límite en el Reino Cuántico o si la narración cómica de un Luis drogado por boca del resto de personajes es hilarante o cargante.

En las escenas post-créditos no vamos a entrar en detalles, solo decir que la primera es tan previsible como angustiosa, y que nos devuelve con sabiduría del efervescente escape que  traía la película a la cruda realidad del MCU. Y vuelven a activar la espera hasta la siguiente aventura.

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