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Barega sucede a Mo Farah y estrena el medallero de atletismo en Tokio 2020

Barega, oro en 10.000 metros en Tokio 2020 (Foto: Cordon Press).
José Antonio Diego (EFE)

Selemón Barega refutó la táctica de equipo puesta en práctica por los ugandeses en la final olímpica de 10.000 metros y con un ataque sostenido durante el último giro dio a Etiopía el primer oro del atletismo en los Juegos de Tokio 2020.

La sesión vespertina de la primera jornada del atletismo ratificó la excelencia de la venezolana Yulimar Rojas, campeona mundial de triple salto. En la final del domingo hablará el mismo idioma que la española Ana Peleteiro y la colombiana Caterine Ibargüen, actual campeona olímpica, las tres clasificadas para la guerra por las medallas.

La carrera más larga del programa dentro del estadio, los 10.000 metros, no defraudó las expectativas del continente negro, que hizo triplete.

Barega dejó atrás a la pareja de favoritos ugandeses para vencer con un tiempo de 27:43.22, por delante de Joshua Cheptegei, campeón y plusmarquista mundial (27:43.62) y de su compañero Jacob Kiplimo (27:43.88). Sucede en el trono a Mo Farah, campeón en los dos últimos Juegos y ausente aquí por no haberse ganado el puesto en el equipo británico.

El español Carlos Mayo, el único atleta de habla hispana presente en la única final del primer día, se clasificó 13º con un tiempo de 28:04.71.

El tercer ugandés, Stephe Kissa, se escapó de salida. En una táctica muy común en el ciclismo pero más rara en el estadio, el equipo de Uganda obligaba a trabajar a kenianos y etíopes para atrapar al fugado.

Selemon Barega partió en su busca, arrastrando consigo a Rhonex Kipruto, y lo alcanzaron con 17 vueltas por delante. Los favoritos empezaron a tirar por detrás en el grupo, en cuyo centro viajaba Carlos Mayo.

Cuando Kissa parecía a punto de ser alcanzado, pegaba otro tirón, de forma que los kenianos no hallaban sosiego. Cheptegei, el gran favorito, comenzó a moverse en el sexto km para tomar la cabeza del grupo y enlazar con Kissa y Kipruto. El fugado no tuvo empacho alguno en retirarse, tras haber cumplido su tarea de desgaste.

Al entrar en el penúltimo mil Cheptegei comandaba el paquete, hombro con hombro con el keniano Rodgers Kwemoi, mucho más ligero, que aceleró a tres vueltas del final. En el 600 cambió el canadiense Mohammed Ahmed y al toque de campana lo hizo Barega, éste con carácter definitivo.

Cheptegei y Kiplimo tuvieron que batirse por la medalla de plata. El primer oro estaba cantado para África, pero Barega trastocó los planes ugandeses.

En el foso de triple, Rojas obtuvo el pasaporte para la final por vía de urgencia. En el primer turno aterrizó a 14,77 metros de la tablilla, y eso que se dejó 39 centímetros en la batida, y, como se pedían 14,40, no tuvo necesidad de seguir compitiendo.

Peleteiro necesitó dos intentos. La plusmarquista española (14,73), compañera de entrenamientos de Yulimar en el grupo del técnico cubano Iván Pedroso en Guadalajara, rozó la clasificación directa en el primer turno (14,34) y lo consiguió a la segunda con 14,62, la mejor marca española de la historia al aire libre.

Ana Peleteiro, en Tokio.

Cinco años después de coronarse en Río 2016, Ibargüen llegaba a Tokio de puntillas, con una marca del año impropia de su categoría (13,86) que la relegaba al puesto 57 de la lista mundial de una temporada de recuperación de sus lesiones.

En su primer salto ya superó los 14 metros (14,02) y mejoró seis centímetros en el segundo, pero antes del tercero estaba fuera. Tuvo que sacar lo mejor de sí misma para, en el postrer esfuerzo, situarse tercera de grupo, por detrás de Yulimar y Ana, y certificar su plaza en la final.

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