Baraja y José Alberto, Míchel y el Rayo Vallecano

Este martes, el Sporting ratificó a Rubén Baraja como entrenador del primer equipo rojiblanco. De este modo, José Alberto López, un hombre de la casa, favorito en las encuestas para ocupar el puesto del pucelano, continuará al frente del filial. Una decisión diferente a la que tomó en su día el Rayo Vallecano, cuando destituyó al que hasta entonces había sido su técnico para apostar por Míchel, rayista confeso.

Son muchos los aficionados sportinguistas que claman por el cese de Baraja, así como por la consiguiente llegada de José Alberto. A sus 38 años, el ovetense cumple con los requisitos que la hinchada solicita en estos momentos, ya que pocos conocen la casa mejor que él. No obstante, su poca experiencia en los banquillos se limita a haber dirigido al Sporting B, al Juvenil División de Honor y al Covadonga, con el que fue quinto en Tercera división.

Antes de aterrizar en Gijón, Baraja probó suerte en el banquillo del Rayo. Sin embargo, su aventura madrileña no fue demasiado longeva. El vallisoletano apenas duró 13 jornadas al frente del conjunto franjirrojo, con un registro de tres victorias, cuatro empates y seis derrotas. Tras la última de ellas, ante el Mirandés en Vallecas, el Consejo de Administración del club decidió prescindir de sus servicios.

Entonces, en el Rayo apostaron por Míchel, que acababa de colgar las botas. El vallecano se hizo cargo del club de sus amores y, pese a un inicio algo dudoso, justificado en su poca experiencia en los banquillos, superó las expectativas de todo el rayismo. Con esfuerzo y sacrificio, logró sacar a los franjirrojos de los puestos de descenso en los que había dejado Baraja al club, y a la temporada siguiente, consiguió el ascenso a LaLiga Santander contra todo pronóstico.

El pucelano seguirá al frente del Sporting, al menos, una jornada más. El partido del domingo ante el Málaga se antoja clave para su futuro. La bala de José Alberto sigue en la recámara, y la afición está deseosa de que se produzca el disparo. Sin embargo, nadie quiere pagar con derrota el cambio de técnico.