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Julio Salinas, la 'Bota de Oro' del Sporting

Julio Salinas, durante un partido del Real Sporting ante el Celta.
ElDesmarque

En el verano de 1995, el Real Sporting daba un golpe sobre la mesa al concretar, sobre la bocina, el fichaje del internacional español Julio Salinas, que aterrizaba en Gijón procedente del Dépor. Un futbolista 'top' que despertaba una ilusión desmedida en la afición rojiblanca.

“Eramos un buen equipo, con Ablanedo de portero. Sinceramente, creo que ha sido donde mejor he jugado. Me salía todo, macho. Y eso que cuando llegué, pasé vergüenza. Vino a buscarme Quini, que era mi ídolo de pequeño, llegué a Mareo y en la presentación estaba todo lleno. Tiene cojones, pensé, ni que fuera yo Romario. Un tío de 32 años, van a pensar que vengo a robar, pero empezaron a cantar: «Bota de Oro, Salinas, Bota de Oro». Yo me decía: «Esto no puede estar pasando, ¿se estarán riendo de mí, se estarán descojonando?». Eso sí, cuando fuimos a otros campos me coreaban «bota de mierda, Salinas, bota de mierda». Pero empezó esa temporada y lo metí todo. Unos golazos, que decía «madre mía, me sale todo». Fueron 18 goles y sin tirar los penaltis. Mi mejor año y el club donde mejor me han tratado con diferencia”, así de contundente hablaba sobre su llegada y su primera temporada como sportinguista.

No obstante, el curso siguiente, la historia cambió con la llegada de Benito Floro al banquillo del Sporting: “Sucedió lo mismo que en La Coruña, que no te quiere el nuevo entrenador”, por lo que tras una temporada en la sombra en las que disputó tan sólo 16 partidos en los que vio puerta en seis ocasiones, el atacante vizcaíno se vio obligado a hacer las maletas rumbo al Yokohama Marinos nipón.

Me llegó una oferta de Japón y se la trasladé a Floro, pensando que iba a decir que no. Pero cuando se lo comuniqué me dijo: «Sí, te puedes marchar; vete a la directiva a anunciarlo». Me llevé una sorpresa... Luego averigüé que quería a Luna, por la razón que fuese. El Sporting pagó doscientos cincuenta 250 'kilos', lo que supuso la ruina del club, y encima bajaron a Segunda”, sentenciaba un Julio Salinas que, pese a que no olvida su salida por la puerta de atrás, guarda del conjunto asturiano el mejor de los recuerdos de toda su carrera futbolística.

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