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Una dulce explosión

Periodista especializado en Sevilla FC y Betis.

Y el Sánchez-Pizjuán, muchos partidos después, explotó. El Sevilla FC consiguió vencer este martes al Copenhague (3-0) en un encuentro igualadísimo que permite a los de Sampaoli asegurarse su permanencia en Europa. Hace meses parecía un hecho menor, ahora es una dulce explosión.

No fue ni mucho menos sencillo. El Sevilla, como es habitual desde hace meses, vivió durante más de 80 minutos sobre una fina cuerda de la que, inevitablemente, parecía caerse. Conociendo lo vivido en Nervión, era imposible creer que el empate no llegaría.

Lo evitó Dmitrovic, lo evitó la madera y lo evitó, para los que creen, todos los rezos que se aglomeraron durante la tarde en el Sánchez-Pizjuán. Y lo evitó, evidente, Isco Alarcón.

El mago ex del Real Madrid, cuando el partido se acercaba al final, recogió el balón en la frontal y el tiempo se detuvo en Nervión. Llegó por cosas así, llegó prometiendo que volvería. Y volvió.

Isco, jugador del Sevilla, celebrando su gol ante el Copenhague (Foto: Kiko Hurtado).

El golpeo fue limpio, medido, excelente. El recorrido del balón agarró la parabólica perfecta y, como si de una lenta melodía se tratase, fue recorriendo el camino exacto para entrar en la portería. Y entonces explotó Nervión.

Hace no demasiado, ese gol, el de Montiel -posterior-, hubiesen sido un consuelo insuficiente, un grito a medias, pero esta vez fue una dulce explosión. El Sevilla debe ser realista, debe conocer su situación: no es momento de pensar en títulos ni en clasificaciones para Champions. Es el momento de disfrutar estos pequeños momentos, porque como bien dice Isco "es mucho mejor crecer, mejorar, ganando".

Una dulce explosión en Nervión.

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