Un beso al cielo para el orgullo de papá

Un angelito brilla más que nunca en el portal de Belén. En aquel pesebre donde se marchitó la alegría, el mismo que quedó inundado de la más cruda impotencia. Bajo el árbol también habrá algún regalo menos y aunque los Reyes Magos no hayan traído carbón, sí algún que otro revés. Pero ahora esa luz de oriente guía los pasos de un pequeño desgarbado, habilidoso y con una magia tremenda. Argumentos para que su papá, José Antonio Reyes, esté más que orgulloso.

Ese edén le birló a la ciudad una de sus perlas más preciadas. Se marchó allí donde el horizonte se funde con el sueño de no ser olvidado. Por eso, en cada beso al cielo de su hijo, la figura de Reyes vuelve a emerger. El niño de Utrera se despidió, arropado y querido. Con el amor de los que lo vieron crecer y en el infierno rojo que le alentó a escribir páginas históricas. Ahora es su hijo quien recibe ese mismo calor.

Un beso al cielo para el orgullo de Reyes

Una velocidad apabullante. Un golpeo tremendo y una facilidad innata para convertir goles. Con los mismos movimientos del padre. Regate, arrancada, pase a la red... y beso al cielo. Así recuerda ese pequeño a su padre. Le brinda goles, le dedica celebraciones y se viste de mago para regalarle el honor de ser el mejor jugador del torneo. El privilegio de ser el máximo artillero de la competición. El protagonista absoluto de LaLiga Promises. Qué orgulloso debe estar papá.

Con el ingenio de un niño, la sonrisa de un jugón y la clase de un talento innato. Mimado en el Real Madrid, cuidado por Florentino Pérez y anhelado por toda una ciudad, Sevilla. Aquella que ya lo espera impaciente. Sin prisa pero con ganas. Para que algún día ese niño se convierta en hombre, recoja el testigo de su padre y agrande la figura del apellido Reyes en el Sánchez-Pizjuán.

"Te echo mucho de menos. Gracias por enseñarme el significado de la palabra respeto. Me dabas consejos como siempre, solo tú y yo sabemos cuánto nos queríamos. Siempre estaré muy orgulloso de tí", decía el pequeño apenas hace unos meses. Unos versos convertidos en una lección de vida, que hoy tiene su eco en el cielo para el orgullo de José Antonio Reyes.