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Es Noticia

Reyes, una carrera hacia la eternidad

José Antonio Reyes levantando la Europa League.

Puede que José Antonio Reyes Calderón haya sido la persona que haya dejado más entrevistas colgadas al que firma este artículo, que mucho o poco ya supera los 20 años en el periodismo. Olvidos, regates, ausencias… de todos los colores se las sabía el niño. Pero por mucho contratiempo que originara y provocara, una palabra suya, una broma tan desenfadada como el ánimo con el que vivía bastaba para obviarlo todo y colocar una sonrisa donde había un enfurruñamiento.

José Antonio Reyes era travieso. Era niño. Así era Reyes. Mil y una trastadas, hasta la última, la más trágica; mil y una travesuras arrasadas por bromas, sonrisas, alegrías. Lo hacía en la calle, lo hacía en las entrevistas, lo hacía en el campo, lo hacía en los vestuarios. Y por eso deja tan hondo recuerdo en todos los que tuvieron la suerte de conocerlo.

No era Reyes de caminos sencillos, más bien de caminos directos, hasta el final en la tragedia. Como su debut con 16 años, como su explosión y su temprana venta al Arsenal. Como su pase en Varsovia a Bacca. Había líneas de pases más sencillas, pero él coló la pelotita entre dos rivales para dársela al colombiano con el lacito puesto ante el portero. No era lo más sencillo, era el camino más rápido hacia el gol.

Tampoco era el más sencillo aquel pase ante el Real Madrid galáctico en el Sánchez Pizjuán a Darío Siva, de costado a costado, o su doble asistencia en aquel encuentro en el que llamó la atención de todos. No hacía lo más fácil, pero sí lo mejor posible. Como aquel gol al Betis en la Europa League, a un toque, raudo, veloz, imparable, inalcanzable para casi todos en el mundo del balompié.

José Antonio Reyes era alegría. En un campo de fútbol, además, era un prodigio. Desde que apareció de la mano de Marcos Alonso hasta cuando explotó con Caparrós, se pulió con Wenger o hasta cuando se maduró a sí mismo en el equipo tricampeón de Unai Emery. Dejó jugadas para la memoria, acciones que aún hoy abren bocas y asombran rostros.

El niño, el gitano, Reyes, nunca fue de entretener el tiempo, siempre fue de ganarlo, y hasta en su versión más dramática. Ha ido más rápido que la vida, como cuando encaraba en la banda izquierda en sus orígenes, con aquel gol al Valladolid, como su carrera. Como su leyenda.

Reyes ha sido rápido hasta para ser leyenda. Porque ya lo fue en vida representando una de las mejores versiones de la cantera del Sevilla, lo fue para protagonizar una etapa irrepetible en la historia del club y lo ha sido para convertirse en eterno. No ha querido perder tiempo José Antonio, el niño, el gitano, en esperar, en languidecer, y ha tomado el camino directo para convertirse en otra estrella sevillista en el cielo. Él ya lo ha conseguido, está allí, de la mano de Antonio Puerta alcanzando esa meta de la eternidad antes que nadie.

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