Es Noticia
Betis
2-2
Sevilla

Nadie descontento

Sandro y Fabián pelean por una pelota.
Álvaro Ramírez

El Betis y el Sevilla empataron un derbi amplio en emociones, como siempre, pero algo corto de juego y de fútbol, y que acabó en una igualada que da motivos a ambos equipos para celebrarla. Al Betis porque logra lo que hacía muchos años no hacía. Por un lado entrar en Europa de forma directa, por otro, ganar al Sevilla la liga particular y además asegurar quedar por delante en la tabla. En cuanto al Sevilla, suma un punto que le da para entrar en Europa, sale vivo del Villamarín, que no era objetivo baladí hace algunos días, y mantiene su racha en el estadio del eterno rival.

No fue el mejor derbi, ni mucho menos. Imprecisiones, fatiga, cansancio y jugadores estelares agotados por la temporada. Pero fue disputado, eso sí, y tuvo alternativas. Ambos equipos pudieron perder, y ambos pudieron ganar. Con diferentes armas, con diferentes estímulos, pusieron lo que pudieron en cada momento del partido y se llevaron parte del premio. Eso en cuanto a una visión más concreta del encuentro. En la más amplia sale más feliz el Betis, porque redondea la temporada, porque igualó un partido que parecía que se le iba y porque se mete en Europa sin previas. Y el Sevilla consigue finalmente un aprobado raspado bajo mínimos, venido a menos e igualando en el Villamarín, que aunque pudo ganar también pudo perder.

Así se arranca un derbi

Un inicio fulgurante, de esos que marcan los cánones en un derbi, de esos que son la prolongación de lo hablado en el vestuario, de esos que desatan lo guardado mientras se escucha al míster, de esos que conduce la grada con su espectacular acogida. Un inicio rotundo y dominante del Real Betis le dio la delantera en el partido. Mientras que un Sevilla anodadado, vergonzoso, se resguardaba junto a David Soria y ni olía la pelota. Ni dos combinaciones juntaron los sevillistas antes que Marc Bartra castigara al Sevilla medroso y premiara la raza del Betis, que se comió a su rival en los primeros minutos hasta confirmar su posición en la tabla y en el partido con el cabezazo de Bartra. Posición polémica, sí, pero prácticamente imperceptible.
El caso es que el Betis dio una lección de inicio y puso el partido de cara. Y la incógnita era si prolongaría ese estado de superioridad durante más minutos y encarrilaba el derbi. Pero el partido, en apenas cinco minutos, dio un giro de 180º. El Betis dominante se echó atrás y hasta se volvió dubitativo. Cosa que el Sevilla aprovechó en parte. Al menos para vivir en campo contrario y para que Banega se hiciera más dueño del encuentro. Era el mediapunta, pero cogía y distribuia la pelota en su frontal. 
El Sevilla ya dominaba la pelota, presionaba arriba y dificultaba la salida bética, robaba, apenas permitía que el Betis avanzara salvo en contadas crontas. Pero de manera efectiva tampoco sirvió de mucho. Porque la imprecisión verdiblanca era respondida con imprecisión sevillista cuando afrontaba los metros finales. Por eso Pedro vivió relativamente tranquilo, como Soria, salvo en un remate de cabeza de Nolito que solventó bien.
La segunda mitad reservaba alguna que otra sorpresa, pero el inicio de entrada tampoco fue demasiado agorero. El partido siguió igual, con un Betis sin demasiado fuego, sin demasiada chispa, y con un Sevilla que quería pero parecía no poder porque le seguía faltando claridad arriba, le seguía faltando alguien aportara algo diferente en los metros finales. Ni Banega, que siempre la pidió, podía cuando llegaba arriba recorriendo casi todo el campo, ni había otro futbolista que lo aportara. 
Por eso el gol del empate del Sevilla, de auténtico circo, llegó de esa forma tan estrambótica. Un resbalón e Ben Yedder por aquí, una confusión por allá, un despeje de Bartra al tún tún y una pierna del delantero que coló el balón en la portería.
Había desaparecido demasiado el Betis, se sintió demasiado acomodado, pero el tanto pareció despertar al conjunto de Setién. Las cosas se reajustaron, se recolocaron, y el Sevilla dio algún paso atrás y el Betis alguno adelante. Nadie había suficiente fresco en el partido como para tirar de él. Si a Fabián se le vio fatigado, a Banega se le acabó la gasolina. Si acaso Ben Yedder arriba y Roque en el centro del Sevilla, y los refrescos de Loren y Tello en el Betis sí surtieron algo más de efecto, aunque el delantero fallara una clara que podía haber cambiado el curso del encuentro.

La remontada

Como el partido estaba tan igualado por lo bajo, si se desnivelaba solo podía llegar el tanto en jugadas aisladas o individualidades. De lo segundo anduvieron cortos los dos equipos, de lo primero sí hubo noticias, porque el Sevilla llegó a remontar el partido en un córner con taconazo de Ben Yedder y remate de Kjaer.
Pero tuvo el Betis de nuevo el coraje y la raza que parecía haber desaparecido desde el minuto 4. Espoleado por la grada, y con un tono de ambición, el equipo verdiblanco se marchó arriba y casi sin tiempo para que el Sevilla celebrara nada marcó Loren con la inestimable ayuda de David Soria, blando e inocente en su despeje, tanto como listo Loren.
El empate, de nuevo en jugada controvertida, igualaba de nuevo el partido con 10 minutos por delante, y con un buen bagaje para ambos, pues el Betis conservaba matemáticamente al menos la sexta plaza y el Sevilla, con lo sucedido en Getafe, la séptima, es decir, Europa.
Algún amago hubo, pero nada reseñable ni nada tan importante como para que cada uno viera sus objetivos cumplidos, el de quedar por delante del eterno rival, ganar la liga particular, acudir a Europa sin previas, y por otro lado salir en esta ocasión vivo del Villamarín, frenar el ímpetu bético y de paso lograr una clasificación europea que se vio peligrar hace no demasiados días.
En definitiva, si no el final más feliz, sí un final bastante satisfactorio. 


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