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Babá y la presión de un estadio que conoció en día de derbi

El sábado 21 de enero de este mismo año también fue un día de derbi, como lo es este domingo. Al Sevilla le tocaba visitar el Benito Villamarín después de dos temporadas sin hacerlo debido a la estancia de los verdiblancos en Segunda.

Aquella mañana se celebró en el Ramón Sánchez Pizjuán algo que volverá a repetirse esta vez en ambos estadios, un entrenamiento a puerta abierta que en esa ocasión resultó multitudinario, pues una masa de seguidores sevillistas se dio cita en el campo para animar a los suyos en la sesión de activación previa al encuentro frente al Betis.
Ese día, también, tuvo lugar la llegada de Babá Diawara. El delantero senegalés fue presentado en sociedad ante una afición volcada con sus futbolistas. Entró en el club conociendo cómo es la grada de Nervión, el calor que proporciona. Aunque hoy ese calor, en realidad, se haya vuelto presión para él.
Porque el de Dakar no encuentra el gol y eso le pasa factura. Ya ha dicho en varios ocasiones Míchel que es cuestión de ansiedad, que le puede la presión, querer contentar a esa hinchada que él conoció en plenitud pero que poco a poco va volviéndose contra él, según avanzan las jornadas y se acumulan oportunidades y errores ante los cancerberos rivales. El ex del Marítimo de Funchal necesita encontrar el gol para liberarse. Ni que decir tiene que el derbi es una ocasión única, que si le marca al Betis y su contribución es positiva este domingo sus desaciertos quedarán en el olvido.
Resultaría incluso romántico que consiguiera despojarse de sus miedos en un día que le recordará inevitablemente a la primera vez que pisó el estadio. Esta vez él estará también ejercitándose, recibiendo el último aliento prederbi, y mientras activa sus músculos sobre el césped junto a sus compañeros soñará despierto con hacerle un gol a los de Pepe Mel. Alucinaría, como alucinó al visitar Nervión por primera vez y toparse con diez mil gargantas empujando al Sevilla en un sencillo calentamiento.

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