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El enigma del Sánchez Pizjuán

Habrá razones, que las hay, pero hay ante todo una realidad, el Sánchez Pizjuán ha caído en asistencia esta temporada, y el equipo, como además asumió Míchel este domingo, lo está sufriendo.

La imagen del estadio nervionense ante el Levante fue sintomática. Alrededor de media entrada. El Sevilla tiene más de 30.000 abonados, según ha explicado el presidente, José María del Nido, pero no siempre acuden todos y el sevillista sin carnet no tiene por costumbre acudir al estadio a ver a su equipo, eso está claro. De los 41.000 abonados de la temporada 2007/08, año a año el número ha ido bajando, hasta los 34.000 del pasado curso y los 30.000 del presente.
Las razones son varias. Para empezar, la crisis económica que azota la ciudad, la comunidad, el país y el mundo. El número de abonados (el Sevilla llegó a tener lista de espera no hace muchos años) ha ido decreciendo en el último lustro, donde los precios, hasta las dos últimas temporadas, han ido creciendo.
Este factor no solo afecta a la afición sevillista, también a las rivales, menos proclives a desaplazarse al Sánchez Pizjuán en los tiempos que corren.
Evidentemente, influye y bastante el bajón deportivo del equipo. De pelear por las primeras posiciones y jugar en Europa, ya fuera Liga de Campeones o Liga Europa, a vulgarizarse y quedar fuera de las competiciones continentales.
Por otra parte, cabe tener muy presente la disparidad de horarios de la Primera División y en concreto los que afectan al Sevilla. Por su condición de equipo no europeo está expuesto a jugar viernes y lunes y en lo que va de temporada, en 10 encuentros, ha probado ya siete horarios diferentes. Solo ha repetido dos, el sábado a las 22.00 horas (ante el Real Madrid y el Barcelona en casa) y el domingo a las 12.00 (ante el Rayo y el Zaragoza fuera). En casa ha jugado tres sábados, un domingo y un lunes, siempre por la noche y a horas tardías, lo que perjudica seriamente a sevillistas socios que viven en localidades cercanas o no tan cercanas de la provincia.
A todo esto, hay que sumar que el conflicto con los Biris, que si bien llega a afectar poco a la asistencia, pues el Gol Norte ha venido registrando buenas entradas, sí que ha enrarecido el ambiente del Sánchez Pizjuán desde el inicio de la temporada.
Todos estos factores, cada uno en su proporción, han provocado que el Ramón Sánchez Pizjuán haya perdido parte de su magia, que de ser un estadio temido por los rivales haya pasado a hacer eco de los gritos de los mismos jugadores en el césped.
Urgen soluciones y compromiso de todas las partes para que Nervión vuelva a ser lo que ha sido siempre.
 

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